Destello de LLuisa Andreu

Delirios

Lacan diferencia psicosis de locura. La psicosis es una estructura clínica en la que hay un agujero en lo simbólico y donde lo real es rechazado teniendo repercusión en el registro imaginario. Freud llamó a este modo de defensa, Verwerfung, que él describe como si algo jamás hubiera existido. Lacan, por su parte, lo denominó  forclusión. En la estructura psicótica la locura se haya en el desencadenamiento de la crisis, al haber ese agujero en lo simbólico y al ser rechazado lo real, éste retorna en forma de alucinaciones ante las que el sujeto responde con el delirio y es, entonces, cuando aparece la locura como algo visible.

El delirio es un fenómeno clínico, no una estructura, afecta al psicótico pero también a otras estructuras clínicas. Podemos decir que todo el mundo en relación a lo real delira como respuesta, ya que por el hecho de estar atravesados por el lenguaje todos nos encontramos afectados por lo real.

Lacan ya desde el Seminario 3, cuestionaba la idea que asocia necesariamente el delirio a la psicosis y daba cuenta de que el delirio es constitutivo de la estructura de la subjetividad. También en las neurosis observamos delirios, de hecho todo discurso es delirante. Freud destacó que el discurso de las religiones y también de otras ideologías, se pueden considerar delirios producidos a través de discursos establecidos. El neurótico  entonces también se engaña.

A veces ocurren encuentros con lo real que el fantasma no puede cubrir produciéndose una pérdida del sentido de la realidad en la que el sujeto se había movido hasta entonces, tal como lo observamos en la clínica, en los  delirios obsesivos o pasionales por ejemplo.

¿Cómo formalizar el delirio?

El delirio como tal es un automatismo mental. En las psicosis es una certeza, de la que el sujeto no duda. Lacan incorporó a esta noción de Clérambault los fenómenos elementales referidos a las xenopatías en las que el sujeto no reconoce sus producciones como propias, para él se trata de algo que le concierne, es una certeza  que le produce un sentimiento de extrañeza y perplejidad.

Lacan en su última Presentación de enfermos, en Sante Anne, hace referencia al testimonio del Sr. Primau, que daba cuenta del fenómeno de “palabras impuestas”, como así lo expresaba el propio paciente. Hecho que le lleva a Lacan a afirmar que son las psicosis las que nos enseñan y las que le llevaron a preguntarse ¿Cómo es que todos nosotros no percibimos que las palabras de las que dependemos nos son, de alguna manera, impuestas?[1]

José María Álvarez, en Estudios sobre las psicosis[2] da cuenta de algunos testimonios de personajes ilustres, psicóticos desencadenados, en relación a sus propias experiencias. Tomo una de ellas, se trata de John Forbes Nash, el matemático estadounidense que fue galardonado con el premio Nobel de economía en 1994, a la edad de 66 años. Nash cuando contaba 30 años había sido diagnosticado de esquizofrenia paranoica y tuvo varios ingresos psiquiátricos. Un colega le preguntó durante una visita en el manicomio: “¿Cómo puede ser que un hombre tan inteligente y lógico crea que los extraterrestres le envían mensajes?” Y Nash le respondió: “Porque las ideas sobre seres sobrenaturales vinieron a mí de la misma forma que las ideas matemáticas. Por eso las tomé en serio”.

Nash pone así de manifiesto que para inventar es preciso delirar.

¿Cómo pensar la frase de Lacan: todo el mundo es loco, es decir delirante?[3]

El delirio está ligado al sentido, pero también a la invención. Siendo que la fórmula del delirio S1-S2, es la misma que la del saber, encontramos que el significante del saber es el que viene a dar sentido a un signo que previamente estaba fuera de sentido, por ello podemos decir que todo saber está basado en un  delirio, es decir que para inventar hay que delirar.

En la neurosis el sentido viene al lugar del agujero de la relación sexual que no existe, está en relación con el deseo del Otro y propone, aunque de distinta manera, como enigmática la relación entre el significante y el significado.

Es Lacan quien llega a hacer esta afirmación universal: “Todo el mundo es loco, es decir, es delirante”, frase que pronunció una sola vez en 1978 y que Miller rescata para hacer de ella “la última brújula lacaniana” [4].

El sujeto crea sentido donde no lo hay para escapar del agujero de lo real. Cada uno lo hace de una forma singular. Para defenderse de lo real cada uno elabora su propio anudamiento singular entre lo Real, Simbólico e Imaginario. La forma de anudamiento es lo que en un principio nos llevaría a diferenciar el delirio neurótico del delirio psicótico. Es precisamente este aspecto el que, como analistas, tratamos de captar en la singularidad de cada analizante

Por ello Lacan, en su última enseñanza, nos da la orientación por el goce como la única vía hacia lo real.

Desde la perspectiva de la clínica, tenemos una herramienta en relación a la importancia de la invención que cada uno consiga hacer cuando se produce un desencadenamiento. Prestar atención a la  particularidad de la creencia delirante y a la distancia que pueda poner el sujeto en relación con su verdad, siempre verdad de goce.


[1] Lacan, Jacques. El Seminario, Libro 23, El Sinthome, Barcelona, Ed. Paidós, 2006, p. 93.

[2] Álvarez, José María. Estudio sobre la psicosis, Xoroi Ediciones,2013, p. 340.

[3] Miller, Jacques Alain. Todo el mundo es loco. Paidos, Buenos Aires, 2015, p.308.

[4] .Ibid., p.317.

Lluïsa Andreu. Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP)

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