«LOS SUEÑOS EN EL TIEMPO DE LA CURA»
CITAS I
A propósito de la psicología de los procesos del sueño Freud explica cómo el sueño se apodera de lo que llama restos diurnos, los recuerdos de lo que ocurrió en el día anterior. El sueño se apodera de estos elementos para montarlos con un valor distinto, con una significación distinta a la de el momento de su primera emergencia. Son entonces formas vaciadas de su sentido, de desplazamiento, de utilización por el deseo de formas muy ajenas a él, a las que carga, infiltra y dota de una nueva significación. Se trata aquí de los disfraces del deseo que, permaneciendo inconsciente, se expresa apoderándose de las representaciones más anodinas, desplazándose de lo reprimido hacia una representación que su banalidad misma hace aceptable a la conciencia. (…) El deseo se apodera de formas errantes, que nada valen por sí mismas, que han sido despojadas de su significación, que funcionan separadas de su significación primera, que en fondo funcionan como letras, y esto es lo que se comprende mejor a partir de la teoría lacaniana del significante. De hecho, son formas significantes a las que el deseo proporciona un significado diferente y nuevo. Esto muestra la vanidad de la clave de los sueños, vieja tradición que dura desde la antigüedad. Las claves de los sueños están fundadas en el principio de que a cada significante le corresponde en forma unívoca su significado, si tenemos la tabla de traducción, podemos pasar de forma invariable del significante al significado. Ahora bien, basta mirar un momento “La ciencia de los sueños” para ver que esto es absolutamente incompatible con la concepción freudiana, puesto que estos significantes sólo valen en cuanto han sido vaciados de significación, y se trata de volver a encontrar, cada vez, esa significación en lo particular.
J.A MILLER, La transferencia de Freud a Lacan, En El recorrido de Lacan ( Página 63-64).
Algo que ha proporcionado el psicoanálisis es que la vida es fundamentalmente una repetición, que nos damos la ilusión de lo nuevo, pero que de hecho, la vida está constituida por la repetición. Necesitamos un psicoanálisis para darnos cuenta de esos límites tan estrechos en los cuales estamos capturados por un número de significantes sumamente limitado. Al respecto, no solamente somos poca cosa, como la religión nos ha enseñado y repetido, sino que vivimos en un sueño. Lo que evoca Lacan, muy precisamente, es que no se sueña simplemente cuando se duerme, cuando uno se despierta, muchas veces es para seguir durmiendo, durmiendo con los ojos abiertos, y en eso pasamos nuestro tiempo. Es en el momento en que nos acercamos en el sueño a lo que verdaderamente es real en nosotros, en ese momento nos despertamos, porque nos da miedo, y nos despertamos para seguir durmiendo.
J.A MILLER, La transferencia de Freud a Lacan, En El recorrido de Lacan. ( Pág 73-74).
La última vez hablamos del lenguaje visual y es cierto que soñamos. Cuando soñamos sabemos como es para nosotros y pensamos que es igual para los demás, es decir, que vemos en imágenes. Lo que interesa al psicoanálisis, es decir, lo que interesó a Freud en la ciencia de los sueños, es el relato proporcionado por el paciente de su sueño, nunca se fascinó por una realidad subjetiva que por definición no puede ser visualizada; por el momento no podemos visualizar los sueños de otro. En los relatos de ciencia ficción se logra, pero en la experiencia psicoanalítica es por intermedio del relato verbalizado del paciente que es posible un análisis.
J.A MILLER, La transferencia: El sujeto supuesto saber. En El recorrido de Lacan. (Pág 97).
CITAS II
“En efecto, cualquiera puede someter a indagación analítica sus propios sueños y, por las indicaciones y ejemplos que yo daba allí, era fácil aprender la técnica de su interpretación. Hoy como entonces debo aseverar que la profundización en los problemas del sueño es una condición previa indispensable para comprender los procesos psíquicos que ocurren en la histeria y en las otras psiconeurosis, y nadie que pretenda ahorrarse ese trabajo preparatorio tiene la menor perspectiva de avanzar un solo paso en este campo”.
Sigmund Freud , Fragmento de análisis de un caso de histeria. (1905 [1901]) Obras completas. Volumen VII. Amorrortu editores. Pág. 10.
“Luego de haber demostrado, en La interpretación de los sueños (publicada en 1900), que los sueños son interpretables, y que una vez completado el trabajo interpretativo pueden sustituirse por unos pensamientos formados intachablemente e insertables en un lugar consabido dentro de la trabazón anímica, en las páginas que siguen querría dar un ejemplo del único uso práctico que el arte de interpretar sueños parece admitir. Ya expuse en mi libro la manera en que se me plantearon los problemas del sueño. Me salieron al paso mientras yo me empeñaba en curar psiconeurosis mediante un particular procedimiento psicoterapéutico: los enfermos, entre otros sucesos de su vida anímica, me contaban también sueños que parecían reclamar su inserción en la trama, de tan larga urdimbre, entre un síntoma de la enfermedad y una idea patógena. En esa época aprendí el modo de traducir el lenguaje del sueño a expresiones de nuestro lenguaje conceptual, comprensibles sin más ayuda. Y puedo afirmar que este conocimiento es indispensable para el psicoanalista, pues el sueño constituye uno de los caminos por los cuales puede llegar a la conciencia aquel material psíquico que, en virtud de la aversión que suscita su contenido, fue bloqueado de la conciencia, fue reprimido, y así se volvió patógeno. En síntesis: El sueño es uno de los rodeos por los que se puede sortear la represión {desalojo}, uno de los principales recursos de la llamada figuración indirecta en el interior de lo psíquico. El presente fragmento del historial de tratamiento de una muchacha histérica está destinado a ilustrar el modo en que la interpretación del sueño se inserta en el trabajo del análisis. Al mismo tiempo, me permitirá exponer al público por primera vez, con una amplitud que ya no deje lugar a más malentendidos, una parte de mis opiniones sobre los procesos psíquicos y las condiciones orgánicas de la histeria”.
Sigmund Freud. Fragmento de análisis de un caso de .histeria. (1905 [1901]) Obras completas. Volumen VII. Amorrortu editores. Pág. 15
“[…]Evocaré la experiencia que es más general, no reconstituida, ni ancestral, ni arrojada a una oscuridad de las épocas antiguas de las que supuestamente habríamos escapado, aunque es testimonio de una necesidad que nos une a esas épocas, experiencia siempre actual y de la que, curiosamente, hablamos con muy poca frecuencia – la experiencia de la pesadilla. Uno se pregunta por qué los analistas, desde hace algún tiempo, se interesan tan poco por ella. […] Les recuerdo su fenomenología fundamental. No sé me ocurriría ni por un momento eludir su dimensión principal -la angustia de la pesadilla es experimentada, hablando con propiedad, como la angustia del goce del Otro.
Lo correlativo de la pesadilla es el íncubo o el súcubo, aquel ser que te oprime el pecho con todo su peso opaco de goce extranjero, que te aplasta bajo su goce. Lo primero que se ve en el mito, pero también en la pesadilla vivida, es que aquel ser que pesa por su goce es también un ser que interroga, e incluso que se manifiesta en aquella dimensión desarrollada de la pregunta que se llama el enigma.”
Lacan, J., El Seminario, Libro 10, La angustia, Paidós, Bs. As., pág. 73.
“La primera cláusula (de La interpretación de los sueños freudiana), es que el sueño es un rébus. Y Freud estipula acto seguido que hay que entenderlo al pié de la letra. Lo cual se refiera a la instancia del sueño de esa misma estructura literante (dicho de otra manera, fonemática) donde se articula y se analiza el significante en el discurso. Tal como las figuras no naturales del barco sobre el tejado o del hombre con cabeza de coma expresamente evocadas por Freud, las imágenes del sueño no han de retenerse si no es por su valor de significante, es decir, por lo que permite deletrear del “proverbio” propuesto por el rébus del sueño. Esta estructura de lenguaje que hace posible la operación de la lectura está en el principio de la significancia del sueño, de la Traumdeutung.”
“Freud especifica de todas las maneras posibles que ese valor de significante de la imagen no tiene nada que ver con su significación, poniendo en juego los jeroglíficos de Egipto, en los que sería ridículo deducir de la frecuencia del buitre que es un aleph, o del pollito que es un vau, que el texto interese en cualquier medida a esos especímenes ornitológicos.”
Lacan, J., La instancia de la letra, Escritos 1. S.XXI, Buenos Aires, 2010, pàg 477.
CITAS III
“El sueño no es para nosotros utilizable, como no sea en el contexto general de una cura. Frente a nuestra responsabilidad, que es a menudo nuestro deber de interpretar, de descifrar, nos orientamos en apuestas que son políticas, estratégicas y tácticas. En su escrito “La dirección de la cura” Lacan distingue esos tres niveles acordándoles una jerarquía inversa a la que podría ser la implícita, que correspondería a la de Clausewitz: el analista no es libre en su política, el imperativo propio de la ética del discurso analítico constituye para el una coerción permanente; es poco lo que permite hacer una transacción entre ella y aquello a lo que apunta una cura. El analista está más libre en su estrategia en función de la maniobra de la transferencia que pueda parecerle oportuna. Cuenta por fin con una libertad más grande en su táctica, esto es, en la manera según la cual va a formular -o no- una interpretación.”
Leguil, François. Sueño y real. En Brisas clínicas: Sueño y final de análisis. Grama, Buenos Aires 2012.
“ …Si el deseo del sueño es lo que afirma Lacan-nada más que el deseo de adquirir sentido-, la vertiente de la contratransferencia ubica al analista en la posición que le da el sueño. Por supuesto, hay sentido en el sueño y es lo suficientemente incoherente como para que sea razonable recurrir al Otro a fin de que adquiera un sentido completo, coherente. (…)El Síntomaconsiste y se distingue del sueño, cuyo deseo insiste. Además no puede decirse que el síntoma esté animado por el deseo de cobrar sentido, mientras que el sueño es posible afirmar que es sí mismo ya es una interpretación. El síntoma, en cambio, no es una interpretación, sino más bien una invención. …El sueño puede situarse como la incidencia de lo simbólico en lo imaginario, mientras que el síntoma es la incidencia en lo real. Ahora bien, el análisis se funda en el deseo de cobrar sentido y el deseo del analista, que es leer el inconsciente, debe plegarse a esto. Si el análisis se funda en este acuerdo, ¿cómo se sostiene la experiencia analítica? Que se sostenga sólo significa una cosa : se sigue soñando, se pide una análisis para seguir soñando. De aquí que a veces lo que despierta en el sueño, la angustia, justifica que se lo ubique como aparente, como un seudodespertar que sólo está allí para permitir seguir soñando.
Nos preguntamos también si abordar el psicoanálisis por la vía del sueño, que es lo que se ha hecho históricamente, es lo mejor, si ésta es la vía regia. Y si fuera la vía regia, ¿sería por ello la mejor?”
J.A. MILLER, LOS SIGNOS DEL GOCE, Buenos Aires, Paidós, 1998, (pag. 443).
CITAS IV
“Desde luego, uno debe considerarse responsable de sus mociones oníricas malas. ¿Qué se querría hacer, sino, con ellas? Si el contenido del sueño -rectamente entendido- no es el envío de un espíritu extraño, es una parte de mi ser; si, de acuerdo con criterios sociales, quiero clasificar como buenas o malas las aspiraciones que encuentro en mí, debo asumir la responsabilidad de ambas clases, y si para defenderme digo que lo desconocido, inconsciente, reprimido que hay en mí no es mi “yo”, no me sitúo en el terreno del psicoanálisis, no he aceptado sus conclusiones, y acaso la crítica de mis prójimos, las perturbaciones de mis acciones y las confusiones de mis sentimientos me enseñen algo mejor. Puedo llegar a averiguar que eso desmentido por mí no sólo “está” en mí, sino en ocasiones también “produce efectos” desde mí.”
Freud, S. “Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto. B) La responsabilidad moral por el contenido de los sueños.” En Amorrortu, Buenos Aires, 1992 (1925). Tomo XIX. Pag 135.
“Hay sueños donde puede hacerse presente un goce no tomado en la máquina ficcional, interdictiva, donde el goce como acontecimiento de cuerpo se hace presente. Así mismo, en ciertas psicosis el sueño no llama a la interpretación y puede ser una manera de aplacar la voz insoportable de la alucinación”.
Miller, J.-A., El ser y el uno, inédito clase del 2 de marzo de 2011.
“La oportunidad de intervención en el texto de un sueño debe ser calculada, al punto de retroceder a veces el sentido para cortarle la ruta a las consecuencias demasiado peligrosas; la verdad que debemos servir no se separa del juicio que acompaña al deseo del analista.
Al igual que el inconsciente, el sueño interpreta, pero a menudo lo hace en la imprecisión, en lo falso, incluso como una mentira desvergonzada, una torpe astucia. […]La apuesta del sueño no es la de satisfacer el culto ilimitado del inconsciente, porque es preciso abordarlo en la transferencia.
Por cierto, el sueño es “la vía real”, pero también la ventaja inesperada que ofrece el medio – a menudo el más adecuado- para restablecer o establecer el discurso analítico por la respuesta que se le formule.”
Leguil, F. Sueño y real. En Brisas clínicas: Sueño y final de análisis. Grama, Buenos Aires 2012.
CITAS V
“Si en la neurosis traumática los sueños reconducen tan regularmente al enfermo a la situación en que sufrió el accidente, es palmario que no están al servicio del cumplimento de deseo, cuya función alucinatoria devino la función de los sueños bajo el imperio del principio del placer. […] Los sueños de angustia no son tal excepción, como he mostrado repetidamente y en profundidad; tampoco los “sueños punitorios” […] Pero los mencionados sueños de los neuróticos traumáticos ya no pueden verse como cumplimiento de deseo; tampoco los sueños que se presentan en los psicoanálisis, y que nos devuelven el recuerdo de los traumas psíquicos de la infancia. Más bien obedecen a la compulsión de repetición […] Si existe un “más allá del principio del placer”, por obligada consecuencia habrá que admitir que hubo un tiempo anterior también a la tendencia del sueño al cumplimiento de deseo. […] Esto no contradice la función que adoptará más tarde. Pero una vez admitida la excepción a esta tendencia, se plantea otra pregunta: ¿No son posibles aún fuera del análisis sueños de esta índole, que en interés de la ligazón psíquica de impresiones traumáticas obedecen a la compulsión de repetición? Ha de responderse enteramente por la afirmativa.”
Freud, S. Más allá del principio del placer. En Amorrortu, Buenos Aires, 1992 (1920). Tomo XVIII. P 31-32.
“(…)Evocaré la experiencia que es más general, no reconstituida, ni ancestral, ni arrojada a una oscuridad de las épocas antiguas de las que supuestamente habríamos escapado, aunque es testimonio de una necesidad que nos une a esas épocas, experiencia siempre actual y de la que, curiosamente, hablamos con muy poca frecuencia – la experiencia de la pesadilla. Uno se pregunta por qué los analistas, desde hace algún tiempo, se interesan tan poco por ella. […]Les recuerdo su fenomenología fundamental. No sé me ocurriría ni por un momento eludir su dimensión principal -la angustia de la pesadilla es experimentada, hablando con propiedad, como la angustia del goce del Otro.Lo correlativo de la pesadilla es el íncubo o el súcubo, aquel ser que te oprime el pecho con todo su peso opaco de goce extranjero, que te aplasta bajo su goce. Lo primero que se ve en el mito, pero también en la pesadilla vivida, es que aquel ser que pesa por su goce es también un ser que interroga, e incluso que se manifiesta en aquella dimensión desarrollada de la pregunta que se llama el enigma. “
Lacan, J., El Seminario, Libro 10, La angustia, Paidós, Bs. As., pág. 73.
RESEÑAS I
“LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS”: Conferencia pronunciada por Miquel Bassols y publicada en la revista Freudiana N.59 (Barcelona 2009)
Este texto pone en el centro de su reflexión el término interpretación. En alemán se trata de Die Traumdeutung y su traducción no es simple. El verbo deuten se traduce como interpretación pero también como sentido: indica que ahí hay un sentido (por ejemplo, un dedo que señala que por ahí se va a tal lugar). Esta idea, muy lacaniana, está dicha por Freud en el propio texto: “interpretar un sueño es indicar su sentido”. No dice “decir su sentido”’, sino indicarlo. Se puede decir “ahí hay un sentido” sin decir qué sentido hay. Entonces esta deutung no es una interpretación oculta, hermenéutica, ni tiene el estilo del diccionario: se trata más bien de puntuar un sentido.
Con este telón de fondo, M.Bassols va puntuando el libro freudiano “La interpretación de los sueños” desde el repaso histórico de la literatura sobre el tema del que parte Freud; el comienzo de su método con el análisis de un sueño propio, el de la inyección de Irma; el axioma del sueño como realización de deseos…una vez ha sido interpretado; y las leyes de la desfiguración onírica, que hacen de los sueños jeroglíficos significantes.
M.Bassols centra muchas de sus páginas en comentar el el sueño de la inyección de Irma… y también trata de zarandear al oyente/lector recordando que, pese a que “La interpretación de los sueños” es uno de los libros más importantes del pensamiento occidental (M.Foucault lo situó así junto con “El nacimiento de la tragedia” de Nietzsche y “El capital” de Marx), es muy citado…pero muy poco leído. Dicho esto, tal vez mi reseña debería directamente ir a “La interpretación de los sueños”…
Iñigo Martinez
El uso de la interpretación de los sueños en psicoanálisis (1911). Sigmund Freud. Obras completas. Volumen XII. Amorrortu editores
En este breve artículo, publicado por primera vez en Zentralblatt für Psychoanalyse (Periódico central de psicoanálisis), Sigmund Freud tratará de esclarecer “el uso que en el tratamiento psicoanalítico de enfermos es preciso dar a ese arte interpretativo (la interpretación de los sueños)”.
En sus páginas advierte a los psicoanalistas sobre los peligros de centrarse demasiado en la interpretación de los sueños en menoscabo de “las tareas más inmediatas de la terapia”. Lo dice así: “Quien aborde el tratamiento analítico partiendo de la interpretación de los sueños retendrá su interés por el contenido de estos y entonces querrá obtener la interpretación más completa posible de cada sueño que el enfermo le cuente. Sin embargo, pronto notará que se mueve en unas constelaciones sumamente diversas, y que si quiere llevar a cabo su designio entra en colisión con las tareas más inmediatas de la terapia”.
De entrada, Freud sitúa un límite a la interpretación de los sueños en el marco de una cura. Por otro lado, podemos notar sus reticencias hacia las interpretaciones totales, completas, absolutas, a sabiendas de que hay siempre en el sueño al menos un punto oscuro donde el saber y la interpretación encuentran su límite. En sus líneas abordará la relación entre la posición del analista y la aparición de resistencias del lado del paciente. Este artículo, de naturaleza didáctica, establece indicaciones precisas para los practicantes del psicoanálisis. Veamos cuales son:
- “Para el tratamiento es del máximo valor tomar noticia, cada vez, de la superficie psíquica del enfermo, y mantenerse uno orientado hacia los complejos y las resistencias que por el momento puedan moverse en su interior, y hacia la eventual reacción consciente que guiará su comportamiento frente a ello. Casi nunca será lícito demorar esta meta terapéutica en aras del interés por la interpretación de los sueños.”
- “¿Qué hacer con la interpretación de los sueños dentro del análisis? Más o menos esto: Uno se conforma cada vez con los resultados interpretativos que pueda obtener en una sesión, y si no alcanzó a discernir por completo el contenido del sueño, no anota esto como una deuda.”
- “A la sesión siguiente no se prosigue el trabajo interpretativo sin pensarlo más, sino sólo si se nota que entretanto ninguna otra cosa se ha esforzado en el enfermo hacia el primer plano. Por tanto, no se hace excepción a la regla de tomar siempre lo primero que al enfermo se le pase por la mente, aun a costa de interrumpir la interpretación de un sueño”. Y si advienen sueños nuevos antes de concluir con la interpretación del anterior, uno se volverá hacia estas producciones más recientes.
- Advierte a los analistas de mostrarse especialmente interesados en la interpretación de los sueños y de “despertar en el enfermo la creencia de que el trabajo se quedará por fuerza detenido si él no aporta sueños. Hay que educar al analizado más bien en la convicción de que el análisis en cualquier caso hallará material para continuar, aporte él sueños o no, y sin que interese en qué medida uno se ocupe de ellos.”
Freud se pregunta si no será una pérdida demasiado grande renunciar, como señala, a la interpretación de los sueños bajo estas condiciones dentro del marco del dispositivo analítico. Para ello responderá apoyándose en la vía del síntoma. Son, pues, razones clínicas las que animan el trabajo de Freud hacia un uso prudente tanto de la interpretación como de la comunicación de los hallazgos encontrados en el sueño. Freud señala que es necesario un tiempo de elaboración para la comprensión de determinados sueños, al igual que para descifrar un síntoma. Al final del texto encontramos una indicación crucial cuando señala que “los sueños van más rápidos que el análisis”. Con esta fórmula Freud recomienda posponer las interpretaciones e instaura un tiempo necesario para la elaboración y la dirección de la cura.
“Un sueño así se edifica a menudo sobre el material patógeno del caso en su conjunto, material del que aún no tienen noticia ni médico ni paciente (los llamados «sueños programáticos», «sueños biográficos»); en ocasiones se lo puede equiparar a una traducción de todo el contenido de la neurosis al lenguaje del sueño. En el intento de interpretar un sueño tal, todas las resistencias presentes y todavía intactas entrarán en actividad poniendo un límite a la intelección. Es que la interpretación completa de un sueño de esta clase coincide, ni más ni menos, con la ejecución del análisis íntegro. Si se lo ha registrado al comienzo del análisis, es posible que se lo comprenda sólo a su término, muchos meses después. Es el mismo caso del entendimiento de un síntoma singular (p. ej., el síntoma principal). Todo el análisis sirve a esclarecerlo; en el curso del tratamiento es preciso buscar aprehender, en su serie, ora este, ora estotro fragmento del significado sintomático, hasta que resulte posible conjugarlos a todos. Siendo así, de un sueño que sobrevenga al comienzo de un análisis tampoco es lícito pedir más; hay que darse por satisfecho si al principio se colige, merced al intento interpretativo, aunque fuera una sola moción de deseo patógena.” Y añade: “Podemos tener esta plena y universal certidumbre: cada moción de deseo que hoy se procura un sueño retornará en otro mientras no sea entendida ni se sustraiga del imperio de lo inconsciente. Así, el mejor camino para completar la interpretación de un sueño consistirá en dejarlo para consagrarse al nuevo sueño, que retoma el mismo material en una forma quizá más accesible.”
Freud concluye que en el tratamiento analítico no se ha de cultivar la interpretación de los sueños como algo autónomo ni independiente de las reglas técnicas que, en general, gobiernan la ejecución de la cura, teniendo en cuenta las fases del tratamiento y el tiempo necesario, y siempre subjetivo, de cada paciente. Un límite al deseo de comprender del analista.
“La gran mayoría de los sueños se anticipan a la cura, de suerte que de ellos, deducido todo lo ya consabido y entendido, se obtiene una referencia más o menos clara a algo que hasta entonces permanecía escondido”.
Cosme Sánchez
RESEÑAS II
“Somos del mismo material del que se tejen los sueños” de Luis Darío Salamone.
En este artículo, Luis Darío Salamone, comienza planteando una reconsideración del lugar actual de los sueños en la práctica psicoanalítica. Rescata que, a pesar del desmantelamiento de la búsqueda de sentido que la orientación lacaniana ha propiciado, se puede decir que algunos de los usos y las interpretaciones de los sueños que Freud presentó aún conservan vigencia. Si bien es cierto que el acento no se encontraría en la indicación dada por Freud <<interpretar un sueño significa indicar su sentido>>, sino que el analista opera interpretando, pero centrando la cuestión, más que en el sentido, en el corte.
Freud ya conocía que no había lugar para la interpretación universal y que es al propio soñante al que le corresponde realizar el trabajo de interpretación.
Con Lacan, nos dice Darío, tendremos una lectura del sueño que va, desde un deseo articulado al significante, a encontrarnos con la dimensión del objeto, tras esas imágenes evocadas en las asociaciones. Velos de un real que se agita.
Darío termina su artículo con algunos señalamientos en la relación de los sueños al tiempo de la cura. En especial, se interroga por los sueños de fin de análisis. Señala que se podría decir que, el final del análisis, es incluso la hora para que los sueños dejen de llamar a una interpretación. Nos recuerda el planteamiento de Jacques-Alain Miller “la interpretación es primordialmente la del inconsciente” ya que el inconsciente es el que interpreta, y en todo caso la interpretación analítica viene en segundo lugar. Hacia el final de un análisis suele suceder que los sueños no requieran ni siquiera de la operación del corte. Entonces los sueños estarán allí, como una tierra colonizada, que ha sido abandonada por dejar de aportar las riquezas buscadas, cuando los recursos ya se han agotado.
Y entonces, concluye Darío, puedan llegar a resultar tan transparentes como los de los niños, que sueñan de manera directa con lo que desean.
Salamone, Luis Darío. “Somos del mismo material del que se tejen los sueños”. En Brisas clínicas: Sueño y final de análisis. Grama, Buenos Aires 2012.
Bárbara Gallastegui
“Sueños, delirios y depertares” de Esthela Solano-Suárez:
Esthela Solano nos conduce del sueño freudiano que pretendía seguir durmiendo, al sueño Lacaniano que desea despertar. Despertar al campo de la no relación sexual, al real que no deja de no escribirse y desde el que muestra cómo el sueño y las formaciones del inconsciente producen un goce pulsional a falta del goce que falta. El goce del que estamos totalmente expulsados por ser seres hablantes, por haber accedido al lenguaje.
Entonces dos visiones. Uno el sueño freudiano: interpretable y con ganancia de sentido a través de la condensación y del desplazamiento. Que llega hasta el ombligo del sueño, lugar donde cede la interpretación a un campo enigmático donde existe un límite.
Por otro lado el sueño lacaniano: que comienza justo desde el límite explorado por Freud, en adelante. La cartografía de ese real más allá del Edipo y del falo, el goce femenino. Territorio más allá del sentido, donde todo el mundo delira por la ausencia del significante de la mujer en el inconsciente. En el mismo Lacan sucede una traslación: de una clínica del Otro y del universal del para todos, a una clínica que tiene en cuenta este real del Uno y que concierne al uno por uno.
Me quedo con la pregunta y el desafío del psicoanálisis ¿Cómo tocar el goce a través del sentido, a través de la palabra, para que justamente algo ceda donde nos satisfacemos?
Kepa Torrealdai
CITAS VI
Heráclito dice que cuando los hombres sueñan, están separados unos de otros, cada uno en su mundo privado. Solamente cuando despiertan comparten un mismo mundo.
Freud dice otra cosa: aun despiertos continúan soñando. El principio de realidad está en continuidad con el principio de placer. Para parafrasear a Clausewitch, la vigilia es la prosecución del sueño por otros medios.
Lacan dice que el sujeto siempre es feliz. Y es esta una manera asombrosa de decir lo que dice Freud: el aparato psíquico funciona para el goce, para satisfacer la una exigencia libidinal tan inconsciente como constante.
Despertarse no es otra cosa que saberlo, ir hasta las últimas consecuencias de ese saber. Sería lo que se puede esperar de un final de análisis.
J.A Miller, Respuestas a algunas objeciones, en Conferencias porteñas 3, Paidós 2010.
La oportunidad de intervención en el texto de un sueño debe ser calculada, al punto de retorcer a veces el sentido para cortarle la ruta a las consecuencias demasiado peligrosas; la verdad que debemos servir no se separa del juicio que acompaña al deseo del analista.
Al igual que el inconsciente, el sueño interpreta, pero a menudo lo hace en la imprecisión, en lo falso, incluso como una mentira desvergonzada, una torpe astucia. […]La apuesta del sueño no es la de satisfacer el culto ilimitado del inconsciente, porque es preciso abordarlo en la transferencia.
Por cierto, el sueño es “la vía real”, pero también la ventaja inesperada que ofrece el medio – a menudo el más adecuado- para restablecer o establecer el discurso analítico por la respuesta que se le formule.
Leguil, François. Sueño y real. En Brisas clínicas: Sueño y final de análisis. Grama, Buenos Aires 2012.
Ese Real acerca del cual uno se interroga hacia el final de la Interpretación de los Sueños, y lo que hay que decir, lo que hay que decir es esto: que si la vez pasada los aburrí con esa historia de lo oculto, es justamente por esto, porque para Freud es en cierto modo la confirmación patente: sobre esas tres dimensiones, de las cuales él nos denuncia tan bien dos, ¿qué es para Freud lo Real?.
Y bien, se los diré hoy: es, justamente, lo oculto. Y lo es precisamente por cuanto Freud lo considera como lo imposible. Pues acerca de la historia del ocultismo y la telepatía, él nos previene, e insiste, que no cree en ella para nada.
Cómo es posible que alguien como Freud haya podido perseguir, en fin, con tal obstinación, la sombra de ese oculto que él consideraba como, hablando propiamente, una cavilación de imbéciles. Léanlo bien y lo verán. Y bien, el interés de lo que la vez pasada quise anticipar y no les dije sino por medio de la frase final, – que no hay iniciación-, frase que los que tienen orejas supieron localizar como la única interesante, es justamente que Freud- y esto merece ser mirado dos veces- era incauto (Dupe) De Lo Real.
Era incauto (dupe) de lo Real aunque no creyera en ello. Y de esto se trata. Para el buen incauto (dupe), el que no yerra, es preciso que haya en alguna parte un Real del que él sea incauto (dupe).
Lacan, Seminario XXI, Les non-dupes errent / les noms du père (1973/74) Clase del 11 de Diciembre de 1973
RESEÑAS III
Freud, S. Más allá del principio del placer. En Amorrortu, Buenos Aires, 1992 (1920). Tomo XVIII
En Más Allá del Principio del Placer, Freud elabora en lo fundamental su tercer paso en la teoría de las pulsiones. Lo hace partiendo de la observación clínica. En la impulsión al juego en el niño, el destino fatal de los seres humanos, ciertos fenómenos de trasferencia y en los sueños traumáticos encuentra una compulsión a la repetición que no se acomoda al funcionamiento de las formaciones del inconsciente investigadas hasta la fecha.
Así, propone dos tipos fundamentales de pulsiones: las de vida (Eros) y las de muerte (Tanathos).
En lo tocante a la doctrina del sueño, esta nueva concepción sobre las pulsiones vendría a descompletar, sin refutar, la hipótesis de que todo sueño es el cumplimiento de un deseo, accesible en alguna de sus vertientes al trabajo interpretativo en transferencia, introduciendo una modalidad onírica más allá del deseo inconsciente y, por tanto, fuera del juego del sentido.
Brais Pereira
CITAS VII
“ La interpretación, siempre contingente, se apoya sobre la lengua fundamental de cada uno, formado de sueños tejidos a lo largo de la experiencia. El sueño como vía regia de la interpretación, debe permitir interrogar este punto, entre el despertar de la primavera y el despertar del propio análisis.”
Eric Laurent. Algunas reflexiones sobre los informes de los últimos carteles del pase. Revista Lacaniana de Psicoanálisis N12
“ La revolución lógica del siglo veinte a menudo es descripta sin introducir el vínculo con el escrito de Freud que introduce el siglo: la Traumdeutung. Sin embargo Lacan hizo ver su profunda articulación. El sueño puede enumerar todos los rasgos por los cuales el soñante retoma las descripciones finitas de su mundo. Lo que llamamos los “restos diurnos”. Sin embargo, ¿el conjunto del sueño se contiene a sí mismo? ¿Contiene el soñante bajo una representación definida? ¿El soñante se contiene a sí mismo? Freud introduce una paradoja particular. El soñante esta en todas parte y en ninguna.”
“(…)En el sueño, cualquiera sea la vivacidad de las percepciones, o incluso a causa de la intensidad de las mismas o de su deformación, podemos decir a la vez que el soñante está en todas partes, e incluso señalar que el soñante puede decir en el sueño “no es más que un sueño”. En los momentos de angustia, el soñante puede soñar un poco más lejos, durante un breve momento, diciendo “no es más que un sueño”, pero como lo señala Lacan nunca se dice “a pesar de todo soy la conciencia de este sueño”. “Es un sueño” no implica “soy la conciencia de este sueño”. Puesto que el soñante está en todos los lugares no puede enunciar un “yo soy” pues el sueño mismo es un “yo soy, yo soy el sueño”. La experiencia del sueño, por su articulación entre visible e invisible, por la imposibilidad de esta conciencia de estar allí, justamente se acerca a lo que se produce en el encuentro sexual.”
Eric Laurent. El orden simbólico en el siglo XXI. Consecuencias para la cura.VIII Congreso de la AMP. Buenos Aires, 2012
CITAS VIII
“…cuando en sueños les sucede algo que amenaza con pasar a lo real, se perturban tanto que de inmediato se despiertan, es decir, que siguen soñando.”
Lacan, J Seminario XX. Aún. Buenos Aires, Paidós, 1989. pg. 70
“El análisis vino a anunciarnos que hay saber que no se sabe, un saber que tiene su soporte en el significante como tal. Un sueño es algo que no introduce a ninguna experiencia insondable, a ninguna mística: se lee en lo que se dice de él, y se podrá avanzar si se toman sus equívocos en el sentido más agramático de la palabra. En ese punto del lenguaje se planteaba un Saussure la pregunta de saber si en los versos saturnianos donde encontraba las mas extrañas puntuaciones del escrito, eran o no algo intencional. Allí es donde Saussure espera a Freud. Y se suscita de nuevo la pregunta del saber.”
Lacan, J Seminario XX. Aún. Buenos Aires, Paidós, 1989. pg. 116.
“No tiene nada de obvio definir la eternidad como un sueño de un despertar. La eternidad podría ser la continuación indefinida del tiempo. Pero aquí el tinte que le da Lacan es que se trata del sueño de una salida del tiempo, de una salida fuera del tiempo. Se asocia con la noción de una contemplación de lo verdadero para siempre”
J.A Miller. El ultimísimo Lacan. Buenos Aires. Ed. Paidós. 2013. P.263.
RESEÑA IV
“El despertar es impensable”. El ultimísimo Lacan. JA Miller Ed Paidos. 2013.
En la primera parte del capítulo “Momento de concluir” llamado “El despertar es impensable”, Miller dirá que el sueño de la eternidad que Lacan censura en el seminario de El sinthome es el sueño que consiste en imaginar un despertar. Pero ese despertar es impensable ya que el despertar mismo es un sueño. Que no haya despertar se refiere a que no se sale de ello. El sinthome recibe el valor de ser inconsciente en el sentido de que no se sale de ello. Miller dirá que Lacan formula que no hay liberación del sinthome, sólo se trata de saber por qué se está enredado en él.
Más adelante Miller plantea qué es el saber y dirá que el saber no es un despertar, sino más bien un sueño. El ser humano o “les trumains” está condenado al sueño.
Fátima Uribe
RESEÑA V
“El sueño es una pesadilla moderada”: reseña del texto de Hebe Tizio.
Hebe Tizio toma la frase que da título a su texto del seminario XXII de Jaques Lacan y en él nos ofrece un recorrido que ayuda a entenderla.
Para Freud, la pesadilla sería una realización no encubierta de un deseo reprimido; la angustia que la acompaña ocupa el lugar de la censura y el sobresalto del despertar evita que el deseo del sueño se realice. Este planteamiento encuentra una dificultad, ya que sería la realización de un deseo irrealizable, y es por esta vía que llega a hablar el ombligo del sueño.
Lacan diferencia entre el real pulsional (función del agujero que dibuja las zonas erógenas) y el real de la represión primaria: este sería la marca en el sueño de la exclusión del propio origen, agujero que se cerró, ombligo del sueño al que llamará A barrado, límite del análisis en que tiene su raíz el deseo.
Lo imposible de ser reconocido, lo que no puede apresarse por el significante, desencadena el relato que, por producción de sentido, más se distancia cuanto más se desarrolla.
En el sueño, simbólico e imaginario hacen un tejido que llega al límite del anudamiento sin poder atrapar lo real, pues este es inalcanzable a través de la representación, pero aporta los elementos para un relato y permite introducir la figuración de un sujeto, necesaria puesto que no es el sujeto quien sueña, sino el cuerpo.
* *
Para Lacan, la pesadilla es una experiencia masiva de angustia que se experimenta como goce del Otro. El sujeto queda así aplastado bajo un goce que le resulta extranjero pero que en realidad es el propio. La pesadilla encarna el miedo a lo que anima el cuerpo, el sentimiento de reducirse al cuerpo de goce.
A diferencia de Freud, para Lacan siempre se sueña: Se trata de seguir soñando para recuperar la realidad y dejar atrás el breve encuentro con un fragmento de real.
Cuando lo simbólico se afloja, se entrevé como acontecimiento de cuerpo masivo ese goce que despierta con una doble maniobra: activa al sujeto y libera al cuerpo de esa opresión al permitirle recuperar su actividad onírica. El sueño implica un goce moderado que se contenta con el desciframiento mientras que en la pesadilla el goce irrumpe.
Pablo Cardona
“Sueños en la conclusión de los análisis” de Alicia Yacoi : Artículo publicado en, El Caldero n° 2, Nueva Serie, Año 2007 pág. 67
En este artículo, Alicia Yacoi , bajo la comprobación de que en varios de los testimonios, los pasantes sitúan los sueños que verifican el fin de sus análisis, se interroga sobre los sueño en la conclusión de los análisis, de los que se obtiene un efecto de verdad. El sueño interpreta, no es interpretado[1]
Lacan, en El seminario, libro 11, clase del 12 de febrero de 1964, en el punto que se refiere a la teoría del sueño y del despertar nos dice “Si la función del sueño es permitir que se siga durmiendo, si el sueño, después de todo, puede acercarse tanto a la realidad que lo provoca, ¿no podríamos decir que se podría responder a esta realidad sin dejar de dormir?” Es en esta dirección, a mi entender, donde plantea Yacoi que los sueños que no tienen como correlato el sujeto de la sorpresa, no abren al desciframiento, permiten arribar a una conclusión que se deja leer. Convirtiéndose en una elaboración de saber que obtiene su convicción del descentramiento del sujeto, ya que el sueño parece escapar al “me pienso pensado”, fantasma con el que Lacan nombra el engaño del sujeto que cree ser organizador del conocimiento.
Alicia Yacoi finaliza este artículo poniendo en valor el sueño en relación a lo real. Jacques-Alain Miller, en su curso “El lugar y el lazo”, dice, subraya la última enseñanza de Lacan donde propone una devaluación del pensamiento, un ser cuyo mental no pone en relación con lo real.
Lo más doloroso que el pensador puede decirle a los artistas es: ¿No podéis permanecer despiertos junto a mí ni siquiera una hora? [2]
[1] Brousse, M.H. “Algunas observaciones sobre la interpretación a partir del Cartel del Pase, Enseñanzas del Pase, Colección Orientación Lacaniana, Series testimonios y conferencias, Bs. As., 1997, pag23.
[2] Nietzche, F. Humano, demasiado humano. Segundo tomo (I,754).
Julene Zuazua
CITAS IX
“…El Otro es inherente al sujeto, se trate de una neurosis o de una psicosis, entonces las formaciones de palabra caben para ambas, ¿cuál sería la diferencia?: _La respuesta. Los efectos del Otro en la psicosis, ¿cómo pensarlos?¿el psicótico sueña?…Si ¿se “equivoca” cuando habla…Si. ¿Se olvida de algo que quiere decir? LA pregunta que se puede hacer es ¿Qué vivencia tiene de esto?
Las diferencias entre las formaciones del inconsciente en la neurosis y en la psicosis sólo aparece si se considera la dinámica entre las instancias, es decir, el retorno de lo reprimido y la manera en como la defensa opera de nuevo sobre este, Freud describe siempre lo que es típicamente psicótico como una disociación dinámica entre las instancias: lo global pierde su relación con el detalle, el recuerdo es desplazado y no puede ser levantado por las asociaciones, las representaciones de palabras están cortadas de las representaciones de cosas.
En la psicosis sólo subsiste la metonimia, sin la metáfora subjetivamente. La ausencia de la metáfora en la psicosis es coherente con lo comprobado por Freud en el sentido que lo inconsciente puede manifestarse sin deformación en la producción psicótica, inclusive en el sueño. El inconsciente aparece no deformado y no metaforizado, es decir, sin referencia a un sujeto dividido del inconsciente. El sueño, el chiste, el acto fallido están presentes en la psicosis. Lo que es psicótico es que la interpretación, por ejemplo del sueño, no tiene el mismo efecto, la misma implicación subjetiva.
Para Lacan el sueño en la psicosis lejos de reenviar a una verdad del sujeto del inconsciente hace signo al enfermo en lo real y participa en la elaboración de su delirio.
El psicótico como el neurótico está en el lenguaje, pero al contrario que el neurótico, no está en el discurso, funciona sobre el piso inferior del grafo, sin remitir al piso superior. El sujeto no está representado, está identificado, coagulado, tomado masivamente en el significante.
En la neurosis, la irrupción de un lapsus o de un sueño hace hallazgo, momento de sorpresa donde el sujeto desaparece bajo el significante, luego de haber surgido como efecto de verdad. En la psicosis, los sueños no son efecto de verdad para el sujeto, sino que aparecen, llegado el caso, como signo que viene del exterior”
En Galante, Darío A. Preguntas frecuentes en la admisión a Hospital de Día, en Hospital de Día, Particularidades de la Clínica, Temas y dilemas Dr. Gustavo Fernando Bertán (comp.). Argentina, Ed. Minerva.
“La primera maniobra que realiza Jacques Lacan en el Seminario 2, es dividir al sueño en dos operaciones diferentes, que resumen el funcionamiento del mismo en su conjunto. Separa pues, dos operaciones que responden, por un lado al acto de tener el sueño y por el otro a la práctica de interpretación del mismo. A estas dos operaciones las formaliza respectivamente como imaginar el símbolo- esto lo escribe así: iS- o sea, “poner el discurso simbólico bajo forma figurativa” (Lacan 1954-55, 232) y simbolizar la imagen -lo escribe así: Si- o sea, “hacer interpretación de un sueño” (Lacan 1954-55, 232).Uno podría superponer esta formalización con la realizada por Freud en el famoso esquema llamado del peine, y ver que efectivamente es un esquema que toma en cuenta solo estos dos registros. Sobreponer ambas formalizaciones supone articular la vía regrediente con la primera operación y la vía progrediente con la segunda. Sin embargo, J. Lacan intenta mostrar- S.Freud lo hace a su manera también- que por ese camino puede entrar algo de otro orden. Eso que puede irrumpir en el sueño, y que es de otra dimensión o registro, es nombrado por S.Freud o por J.Lacan alternativamente de diferentes formas: la pulsión emergente, lo traumático, la visión que angustia, lo real último, ilustración visual patética, etcétera. A todo esto propongo resumirlo como la irrupción en el sueño, y fundamentalmente cuando se intenta imaginar el símbolo, de un real pulsional. Esto es diferente de lo real Unerkannte y que aparece por la marca del ombligo cuando se trata de simbolizar la imagen. Tenemos así dos bordes el sueño que limitan dos reales diferentes.”
Naparstek, Fabián A. El sueño y lo femenino en el último período de la obra de J.Lacan. En Brisas clínicas: Sueño y final de análisis. Grama, Buenos Aires 2012.
RESEÑAS VI
Freud, S. (1916-17 [1915-17]). 6ª conferencia. Premisas y técnica de la interpretación. Parte II. El sueño. Conferencias de introducción al psicoanálisis. Obras Completas, Sigmund Freud. Volumen XV. Amorrortu Ediciones.
Estamos en 1916 y Freud trata de demostrar, a contracorriente del sentir científico de la época, que el sueño es un fenómeno anímico, una operación y una manifestación del soñante, un fenómeno psíquico. Solo así, sosteniendo decididamente esta tesis, podremos avanzar en el campo de nuestras investigaciones. ¿Qué queremos conseguir en nuestra práctica? ¿para qué trabajamos? “Queremos aquello a que se aspira en general en la ciencia: una comprensión de los fenómenos, el establecimiento de una concatenación entre ellos y, como objetivo último, en los casos en que sea posible, ampliar nuestro poder sobre ellos”.
Solo bajo la premisa de considerar el sueño como un fenómeno psíquico, y no biológico, podremos avanzar en la compresión de los fenómenos que nos ocupan y esclarecer las relaciones entre unos y otros. Freud avanza en la exploración del sueño y, para ello, se apoya en, al menos, tres ejes de elaboración que irá desplegando a lo largo de este breve texto: las operaciones fallidas, el fenómeno de la hipnosis y el olvido de los nombres propios.
“Necesitamos entonces un nuevo camino, un método, si queremos avanzar en la exploración del sueño. Ahora he de hacerles una sencillísima propuesta. Supongamos, como premisa para todo lo que sigue, que el sueño no es un fenómeno somático, sino psíquico”.
El sueño abre un campo de investigación sobre el saber. No lo comprendemos, no sabemos cuál es su significado ni que quiere decir. Es un enigma. No sabemos nada. “El psicoanálisis sigue la técnica de hacerse decir por los mismos a quienes estudia, si ello cabe, la solución de sus enigmas. Por tanto, el propio soñante debe decirnos lo que su sueño significa”.
Hay un sujeto y hay un saber, solo que el soñante no sabe que sabe. Hay un saber que opera, que está ahí, pero que es inaccesible, inalcanzable. Ni tan siquiera sabemos por qué esto es así, ¿es así? Tampoco conocemos las condiciones, si es que las hubiera, para poder acceder a este saber. Si es que esto fuera posible. “Yo les digo, en efecto, que es muy posible, y aun muy probable, que el soñante a pesar de todo sepa lo que su sueño significa, sólo que no sabe que lo sabe y por eso cree que no lo sabe”.
Existe un saber del que, no obstante, el hombre nada sabe. He aquí, la práctica que se nos propone desde el psicoanálisis. Promover las condiciones para que cada sujeto descubra su saber, aquello de lo que nada cree sabe. Acceder a un saber que se presenta inaccesible, impenetrable e incomprensible. Un saber del que el sujeto nada sabe.
“Es entonces muy probable que el soñante tenga un saber sobre su sueño; se trata únicamente de posibilitarle que descubra su saber y nos lo comunique. No le pedimos que nos diga enseguida el sentido de su sueño, pero el origen de este, el círculo de pensamientos y de intereses de que proviene, podrá descubrirlo”
La función de la pregunta resulta estructurante para la operación analítica. Si uno no comprende, puede preguntar. En su investigación sobre las operaciones fallidas y los deslices en el habla Freud explora los mecanismos del lenguaje, los equívocos, las ocurrencias, los desplazamientos y las sustituciones. Encuentra en las ocurrencias de sus pacientes algunas de las respuestas a los enigmas que el sujeto trae consigo.
“En el caso de la operación fallida, recuerden ustedes, se le preguntó [al individuo en cuestión; cf. pág. 38] por el modo en que había llegado a la palabra fallida «Vorschwein», y su ocurrencia inmediata nos dio la explicación. Ahora bien, nuestra técnica para el sueño es muy simple, calcada de este ejemplo. Le preguntaremos también por el modo en que ha llegado al sueño, y lo que él inmediatamente enuncie deberá considerarse como esclarecimiento. Por tanto, pasamos por alto la diferencia entre que crea saber algo o no lo crea, y tratamos ambos casos como uno solo”.
Particularmente útil resulta el análisis de Freud con respecto a las ocurrencias y la asociación libre. El método de la asociación libre tiene, en psicoanálisis, una potencia y una razón singular, a saber, volver accesible lo genuino retenido, mediante asociaciones anudadas a partir de un sustituto, de una palabra cazada al vuelo, de un lapsus, de una ocurrencia; de un sueño. “Cuando exhorto a alguien a decir lo que se le ocurre sobre un elemento determinado del sueño, le estoy pidiendo que se abandone a la asociación libre reteniendo una representación de partida. Esto exige una actitud particular de la atención, por entero diversa de la requerida en el caso de la reflexión, y que excluye a esta. Muchos adoptan con facilidad una actitud así; otros muestran en el intento una increíble falta de habilidad”.
Como dice, el propio Freud, en el presente texto: “¿Qué hacen ustedes si yo les digo algo que les resulta incomprensible? Me preguntan qué quise decir, ¿no es cierto? ¿Por qué no podríamos hacer lo mismo, inquirir al soñante por el significado de su sueño?”
Cosme Sánchez
“LA INTERPRETACIÓN MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER”
Jean-Louis Gault, Freudiana 64, 2012, páginas 27-40
El Dr Gault nos habla sobre la interpretación y reflexiona de la influencia que tuvo la intervención de Jaques Alain Miller en Otoño de 1995 durante las Jornadas de la ECF titulado “La interpretación al revés”.
Allí Miller nos indica que la interpretación no es otra cosa que el inconsciente. Lo mismo que surge al final del Seminario VI “El Deseo y su interpretación”: El deseo inconsciente, es su interpretación. De esta manera nos advierte que la interpretación del analista viene en un tiempo segundo a la interpretación “salvaje” del inconsciente. Nos recuerda que si el deseo inconsciente del sueño no es, en su fase más profunda deseo de ser interpretado -Lacan lo dice-, deseo de tomar sentido, no existiría el analista. El inconsciente interpreta y desea ser interpretado. Interpretar es descifrar y descifrar es cifrar de nuevo. El movimiento solo se detiene en una satisfacción. Freud no dice otra cosa cuando inscribe el sueño como discurso en el registro del proceso primario, como realización de deseo. Y Lacan nos dice que el goce está en el ciframiento.
Entonces nos advierte de que interpretar a la manera que lo hace el inconsciente es quedar al servicio del principio del placer. Tampoco sirve ponerse al servicio del principio de realidad, porque el principio de realidad está al servicio del principio del placer. Interpretar al servicio del principio del placer es el principio del análisis interminable.
Esta propuesta del reverso de la interpretación consiste en retener el S2, en no añadirlo con los fines de cernir el S1. Tomar al S1 como fenómeno elemental del sujeto, y como anterior a que se haya articulado en la formación del inconsciente que le da sentido de delirio. Se trataría de un desciframiento que no da sentido. Y esto no se lleva a cabo con la puntuación que pertenece al sistema de la significación, que es siempre semántica y que efectúa siempre un punto de capitonado, sino con el corte que separa S1 y S2 (S2//S1). Propone de esta manera la interpretación propiamente analítica que interpreta al revés que el inconsciente. Nos recuerda que la interpretación cuando hace de émulo del inconsciente nutre ese delirio, ahí donde se trata de dejarlo hambriento.
Tirando de este hilo JL Gault nos recuerda que en Freud aparece una tensión entre la interpretación de los sueños y por otra parte la finalidad de la cura. En resumen que hay que subordinar la interpretación de los sueños a los objetivos de la cura. Es decir el paciente puede desviarse de sus síntomas y refugiarse en sus sueños. Lo que lo retiene ahí, es el goce del inconsciente: ciframiento y desciframiento. Demanda insaciable de interpretación.
Lo que Freud señala como finalidad de la cura es la resolución de los síntomas y que hay que renunciar a dar cuenta de la totalidad de la significación de los sueños. Asume que ha introducido la máquina infernal de la interpretación y que conviene pararla, si no se quiere que amenace a la labor analítica misma.
Aquello que supuso la vía regia al inconsciente puede convertirse en impracticable en el caso que aparezca sobrecargado por la abundancia de producciones oníricas.
Se trata de una paradoja: el análisis hace existir al inconsciente, lo nutre, lo hace crecer hasta el punto en que resulta obstaculizante, inanalizable y por impedir todo progreso de la cura.
Será a partir de 1920 con “Más allá del principio del placer” cuando Freud se topará con la reacción terapéutica negativa y el masoquismo primario, lo que permanece inanalizable e inabordable por la vía del análisis semántico.
Se servirá del manejo de la transferencia y no de la interpretación, para intervenir sobre la repetición de lo reprimido que se pone en acto, puesto que no todo se puede recordar. Este manejo de la transferencia será lo que Lacan desarrollará como acto analítico.
Freud ve que en la compulsión de repetición existe una satisfacción que no significa un placer ni a nivel del yo ni siquiera a nivel de la pulsión, es lo que va a justificar el concepto de goce para Lacan.
En 1923 escribe un complemento para la Traumdeutung “Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación onírica”. Introduce una diferencia importante entre el texto del sueño y el contexto en el que el sueño se inscribe, la cura. Advierte que hay sueños que se construyen para despistar, los que se presentan como solución de un conflicto… Freud no les da valor de verdad última y aconseja conducir al sujeto a su división ante el deseo.
En resumen el sueño en sí mismo no está hecho para servir al análisis de la neurosis, sino para satisfacer el deseo inconsciente de quien sueña. Fundamentalmente permite al sujeto seguir durmiendo, mientras que el objetivo del análisis va en sentido contrario, pretende despertar.
Será en 1925 con “Complementos a la interpretación de los sueños” donde Freud señalará el límite de la interpretabilidad íntegra de un sueño y separará entre los que tienden a lo útil y los que buscan el placer. Lacan retoma esto en el Seminario XX donde dirá que el goce es lo que no sirve para nada.
Freud dice que lo reprimido no cesará de recordarse durante la vigilia, es decir fuera de la perspectiva de la cura, la interpretación de los sueños no posee ningún interés. Freud no estuvo animado por ninguna pasión hermeneútica, supo ir más allá del inconsciente intérprete para inaugurar una práctica postinterpretativa, al revés del inconsciente.
Para concluir y retomando a Lacan del Seminario XVI: “Luego, cuando interpretamos un sueño, lo que nos guía no es ciertamente ¿qué quiere decir eso?, tampoco ¿qué quiere para decir eso?, sino ¿qué es lo que, al decir, eso quiere?”
Kepa Torrealdai
CITAS X
Discernimos desde ya que el sueño está edificado como un síntoma neurótico, es una formación de compromiso entre la exigencia de una moción pulsional reprimida y la resistencia de un poder censurador situado en el interior del yo. Teniendo, pues, su misma génesis, es tan incomprensible como el síntoma y ha menester de interpretación lo mismo que este.
Freud, S. Presentación autobiográfica. En Amorrortu, Buenos Aires, 1992 (1925 [1924]).Tomo XX. P 42
La oportunidad de intervención en el texto de un sueño debe ser calculada, al punto de retroceder a veces el sentido para cortarle la ruta a las consecuencias demasiado peligrosas; la verdad que debemos servir no se separa del juicio que acompaña al deseo del analista.
Al igual que el inconsciente, el sueño interpreta, pero a menudo lo hace en la imprecisión, en lo falso, incluso como una mentira desvergonzada, una torpe astucia. […]La apuesta del sueño no es la de satisfacer el culto ilimitado del inconsciente, porque es preciso abordarlo en la transferencia.
Por cierto, el sueño es “la vía real”, pero también la ventaja inesperada que ofrece el medio – a menudo el más adecuado- para restablecer o establecer el discurso analítico por la respuesta que se le formule.
Leguil, François. Sueño y real. En Brisas clínicas: Sueño y final de análisis. Grama, Buenos Aires 2012.
Sin duda la interpretación debe tener efectos de despertar en este sentido, debe movilizar la libido y luego ligarse al Otro en lo que llamamos la transferencia -esperando que algo más advenga”
J.A. Miller. La fuga del sentido, Buenos Aires, Paidós, 2012, pág. 261.
RESEÑAS VII
El artificio, reverso de la ficción ¿Qué hay de nuevo sobre el sueño 120 años después?
https://congresoamp2020.com/es/template.php?sec=el-tema&file=el-tema/textos-de-orientacion.html
En este artículo, Marie-Hélène, trabaja en pesquisar aquello que de nuevo hoy en día se puede decir sobre el sueño en el psicoanálisis. Para ello, hace un recorrido que comienza con Freud a más de cien años de que viese la luz su texto fundador sobre el sueño, Die Traumdeutung. Se pone de manifiesto, que el fenómeno del sueño tiene todo su interés vigente, puesto que, como rescata Marie-Hélène de la mano de Freud, el sueño es un fenómeno psíquico universalmente compartido por los seres humanos. Sin embargo, ha habido una transformación en la que el psicoanálisis ha tenido mucho que ver; desde un modelo teórico anunciado por el padre del psicoanálisis como válido para todos pero privado, se ha pasado a una modificación en el discurso del amo y a una dilución del campo de lo privado.
Las elaboraciones de Miller y de Lacan sobre el modelo fundador inicial, han supuesto el surgimiento de un modo diferente de abordar la cuestión del sueño. Destaca la distinción fundamental entre el clásico inconsciente descifrable y el novedoso inconsciente real, un nuevo binario sobre el que Marie-Hélène extrae una lección: ambos no están en una relación de exclusión. Un trabajo de estudio que decanta la afirmación de que el sueño y la interpretación son equivalentes. Para Freud era el analista el que interpretaba el sueño del analizante, mientras que la tesis lacaniana dice que es el sueño el que interpreta. Así pues, del lado vía regia del inconsciente freudiano, el sueño es interpretable y puede descifrarse de acuerdo a ciertas reglas y, en su lado ombligo, el sueño interpreta el traumatismo inaugural. Oposición esta, entre el sentido servil y un agujero en el saber, respectivamente, que Marie-Hélène acentúa en este artículo.
Continúa señalando que el sueño en su forma de relato impone al soñador, a pesar de sí mismo, la otra escena, que no es lo contrario de la vida consciente sino el reverso moebiano de la vida a medida que se despliega. La vida “verdadera”, esa en la que está en juego una rebaba para Lacan, el Wunsch para Freud. El sueño es un reflejo de que las palabras hacen la cosa, “La cosa Freudiana”, que escapa al sentido.
Marie-Hélène esboza un bosquejo de respuesta a su pregunta de qué hay de nuevo en la época del binario inconsciente-desciframiento relacionado con lo simbólico e inconsciente real al imaginario. Dirá, el fantasma se sitúa en la sombra del sinthome, es decir, el sujeto barrado no es sin el cuerpo hablante y los diferentes modos de goce. De ahí que, en la época del inconsciente real, el sueño como creador de efectos de saber agujereado y fenómenos de cuerpo, siga siendo un elemento central de la experiencia analítica.
La investigación singular de Marie-Hélène de los testimonios de los AE, verifica este postulado con la extracción de nueve puntos sobre el lugar que tiene hoy el sueño en la práctica clínica y que desarrolla en el artículo del que nos ocupamos.
Concluye Marie-Hélène, refiriéndose a dos categorizaciones que no son excluyentes durante la cura, pudiendo presentarse ambas en dos momentos diferentes. La primera de ellas, se refiere a que los sueños interpretan el fantasma mediante una orgía de sentido gozado situándolo en relación a un Otro que no está barrado porque hay un sin límite en el sentido. La segunda, se refiere a que hay sueños que movilizan el equívoco y son del orden de una escritura fuera de sentido, vinculada al entramado del núcleo traumático contingente qué es el “hueso” del sinthome.
El sueño, que ya no es un mito para ser contado sino escritura para leer, contribuye a proporcionar al shintome un nombre que anuda al sujeto con el objeto. “Ello se escribe, igualmente, lo real”, o el sueño como artificio.
Bárbara Gallastegui
Miller, J.A. Nada es más humano que el crimen (2008) En Conferencias Porteñas Tomo 3, Paidós, Buenos Aires, 2010.
Una versión de los sueños es la de dar cuenta de un goce desconocido y rechazado. De ella trata J.A Miller en el los apartados Soñar contra la ley y Pequeños monstruos inmorales de su texto Nada es más humano que el crimen. En el retoma la pregunta formulada por S.Freud en la segunda parte de Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto, titulada La responsabilidad moral por el contenido de los sueños: ¿debe el sujeto sentirse responsable de sus sueños? Freud responde que sí. Analíticamente lo inmoral es una parte de nuestro ser. Y es que la interpretación de los sueños de Freud modificó la idea del ser humano: los soñadores son criminales enmascarados. Aunque, como dice con ironía J.A Miller, “¡hasta un juez tiene derecho a tener sueños inmorales!”. La cuestión es el uso que hacemos de ello.
Iñigo Martínez Peña
CITAS XI
Cuando se ha hallado la interpretación de un sueño, no siempre es fácil decidir si es «completa», vale decir, si por medio de ese mismo sueño no se habrán procurado expresión también otros pensamientos preconcientes. Debe considerarse demostrado aquel sentido que puede invocar en su favor las ocurrencias del soñante y la apreciación de la situación, mas no por ello es lícito rechazar siempre el otro sentido. Sigue siendo posible, aunque indemostrado; no tenemos más remedio que familiarizarnos con esta polisemia de los sueños. Por lo demás, no siempre cabe imputarla a una deficiencia del trabajo de interpretación, pues muy bien puede ser inherente a los pensamientos oníricos latentes.
Freud, S. Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto. A) Lo límites de la interpretabilidad. En Amorrortu, Buenos Aires, 1992 (1925). Tomo XIX. Pags 131-132.
Un solo propósito útil, una sola función, es preciso atribuir al sueño: está destinado a impedir la perturbación del dormir. El sueño puede describirse como un fragmento de fantaseo al servicio de la conservación del dormir.
De ello se sigue que al yo durmiente le resulta por completo indiferente lo soñado durante la noche, siempre que el sueño haya cumplido su misión; y que los sueños de los cuales uno no saber decir nada tras despertar son lo que mejor han desempeñado su función. El caso contrario, tan frecuente, en que recordamos sueños —y hasta por años y decenios—, significa siempre una irrupción de lo inconsciente reprimido en el yo normal. Es la contraprestación que exigió lo reprimido para colaborar en la cancelación de la amenaza que pendía sobre el dormir. Como sabemos, es esa irrupción lo que confiere al sueño su significatividad para la psicopatología.
Freud, S. Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto. A) Lo límites de la interpretabilidad. En Amorrortu, Buenos Aires, 1992 (1925). Tomo XIX. Pags 129-130.
Jaques Lacan Seminario XVI, De un Otro al otro pag. 183
“Luego, cuando interpretamos un sueño, lo que nos guía no es ciertamente ¿qué quiere decir eso?, tampoco ¿qué quiere para decir eso?, sino ¿qué es lo que, al decir, eso quiere?
Aparentemente, eso no sabe lo que quiere. En esto radica la cuestión, y aquí conviene hacer intervenir nuestras fórmulas.”
Jaques Lacan Seminario XVI, De un Otro al otro pag. 183
“(…) El despertar que ocurre en la pesadilla, cuando se encuentra algo que no atrae, que produce horror, algo de lo que no queremos saber nada, únicamente hacerlo desaparecer, y nos despertamos-como dice Lacan- para seguir soñando. En eso se queda el auténtico encuentro con el Otro, es decir, con lo real, que es lo verdaderamente Otro, cuando el soñar deja de proteger al dormir, cuando no se puede continuar en el gozar soñando, cuando la pulsión no puede continuar su invariable circuito sino precipitando al sujeto en la realidad para que siga soñando con los ojos abiertos en el mundo de sus fantasma(…) El progreso de la cura se nota en un indicio preciso, a saber, cuando el sueño logra prolongarse más allá del punto de angustia que antes era su tope…”
J.A. MILLER, INTRODUCCIÓN A LA CLÍNICA LACANIANA (La ponencia del ventrílocuo 1996 (pag 444)
RESEÑAS VIII
“LOS LÍMITES DE LA INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO EN FREUD” Serge Cottet en Freudiana nº86
El texto de presentación de la IX Conversación Clínica de la Antena Clínica de Bilbao, que lleva por título los sueños en el tiempo de la cura, nos brinda varios interrogantes: “Cuál es el lugar del sueño en la cura? Qué nos guía en la interpretación de un sueño?”
Este texto de Serge Cottet que recoge la Conferencia pronunciada en la Sección Clínica del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de París VIII en diciembre de 1994 permite orientarnos ante estas preguntas.
El mismo año de esta conferencia, Jacques Alain Miller dictó su curso “ La fuga del sentido”, en el cual plantea el problema de la interpretación: ¿qué quiere decir interpretar tras el vuelco que el propio Lacan da a su enseñanza, conmoviendo aquello que habían sido sus fundamentos? ¿Qué quiere decir interpretar cuando el querer decir bascula hacia el querer gozar?
Así, en este contexto, Serge Cottet comienza esta conferencia confrontándonos al curso de la historia del psicoanálisis y a los principios de la interpretación que van al mismo tiempo aparejados a la noción del inconsciente.
El sueño, ¿es la realización de un deseo?, ¿quién es el sujeto que sueña? ¿hay un mensaje a descifrar?, ¿puede el sueño conseguir un acuerdo entre deseo y deseo de dormir? Pero,¿ de qué manera se interrumpe el dormir? ¿Qué es lo que despierta? Con estas preguntas como hilo conductor, Serge Cottet trazará un recorrido por la obra de Freud y la lectura de Lacan de las tesis freudianas sobre el sueño y su interpretación así como de las enseñanzas de Lacan a partir de 1964 en la que da un giro a los conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Si en la historia del psicoanálisis, en el momento del descubrimiento del fantasma masoquista, de la pulsión de muerte, se relegó al sueño y a las formaciones del inconsciente a un lugar bastante secundario en beneficio del análisis de las resistencias, Lacan se alzó contra esta decadencia al punto de implicar nada menos que al deseo del analista. Lacan no ha desacreditado el análisis de los sueños, que son el indicador de una hiancia que es la misma que la del inconsciente: “el sueño se sitúa ahí donde no pienso y donde el deseo está en estado de “puede ser”.
Junto esta problemática del deseo y su interpretación, Serge Cottet va a poner también de manifiesto como Freud no hizo del sueño el equivalente exacto del inconsciente. Las elaboraciones que Freud realizó sobre la esencia del sueño fueron sobre el trabajo del sueño, más que en su contenido; nos advierte de no confundir el sueño y el inconsciente, de que el sueño no es el “corazón de nuestro ser”, ni el Eso, ni lo real de la pulsión. Un trabajo del sueño es para Freud una actividad de cifrado y elaboración, que redujo a una frase; un trabajo destinado a evitar un encuentro: el encuentro del pensamiento del sueño con la pulsión. Con Lacan podremos leer como el trabajo del sueño en el fondo, está al servicio del fantasma y no del pensamiento.
Entonces,¿ dónde encontramos límite a la interpretación?
Para poder acercarnos a responder a esta pregunta Serge Cottet continua su conferencia destacando la nueva teoría de la angustia de Freud en los años veinte, particularmente en Inhibición, síntoma y angustia donde nos encontramos como Freud plantea que “lo que para el ello inconsciente es una satisfacción puede ser para el yo, y por eso mismo, ocasión de angustia.”
Destaca como Lacan ha comentado este límite que constituye la angustia diciendo como Freud ha puesto el acento en el hecho de que la angustia interrumpe el dormir cuando el sueño va a desembocar en “lo real del deseo”.
En definitiva, es la tesis de lo real en el sueño que Lacan identificó en 1964, con el análisis del “padre, ¿no ves que ardo?” y que se puede situar junto a la tesis del ombligo del sueño freudiana. Lacan ha hecho surgir lo real en el sueño, esa impotencia de lo simbólico donde hay punto en el que el deseo ya no puede hacerse representar con los oropeles significantes, donde aparece esa función particular de lo simbólico, como no realizando la significación sino produciendo ese efecto de real. Y como entonces aparecen esos sueños que son juegos de letra, letra donde ese cifrado de la letra contiene ya en sí misma una satisfacción, un desplazamiento del goce al cifrado mismo, sentido gozado, y por tanto límite a la interpretación.
Entonces, Serge Cottet nos plantea como ese efecto de real es el que despierta, el real de del sexo, pues el sentido sexual del sueño se asemeja a un intento de dar sentido al no sentido de la rapport sexual.
Concluye como el sueño no goza más que del sentido y del no sentido, y como de ninguna manera la pulsión se beneficia de eso. Solo la angustia señala la imposibilidad de atravesar un límite.
Uno se despierta entonces para continuar soñando o para ir al analista a quien le cuenta sus sueños.
Jorge Lastra
RESEÑAS IX
Los Límites de la interpretabilidad. En: Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto. Freud, S. Amorrortu, Buenos Aires 1992 (1925). Tomo XIX.
Freud inicia el presente texto con la siguiente pregunta: ¿Puede proporcionarse para cada producto de la vida onírica una traducción completa y segura al modo de expresión de la vida despierta (interpretación)? Pregunta sobre cuyas posibles respuestas indagará en las líneas de este breve artículo.
Las metas de la vida anímica serían, según Freud, bien alcanzar un fin práctico, bien alcanzar del modo más inmediato una ganancia de placer. El sueño se regiría por este segundo fin y en nada debe sus procesos y dinámicas al utilitarismo en el que la conciencia parece embarcarse en la vida diurna. La actividad onírica busca una ganancia de placer y un solo propósito útil, una sola función, es atribuible al sueño: está destinado a impedir la perturbación del dormir. La indiferencia o la falta de recuerdo del sujeto respecto a sus producciones oníricas cifraría el éxito de esta función. Así, los sueños de los cuales uno no sabe decir nada tras despertar son los que mejor han desempeñado su función.
Sería pues en la medida en que el sueño fracasa en su función que nos muestra sus mecanismos y permite un posible acceso a su interpretación. Interpretación que, dice Freud, presenta unas condiciones de posibilidad. El sueño no es un producto aislado sino una pieza del trabajo analítico y sólo dentro de este, con el auxilio de las asociaciones del analizante, es lícito emprender la tarea de interpretación, cuyo resultado depende del la tensión de resistencia entre el yo despierto y lo inconsciente reprimido. De tal modo, el tiempo del desciframiento puede estar separado por meses o años de la producción onírica, y cobrar sentido tras un largo periodo de trabajo analítico.
Para Freud el sueño es aquí universalmente, un producto psíquico interpretable, aunque la situación no siempre permita interpretarlo. Esto no quiere decir que su sentido sea unívoco. Más bien no se podría rechazar un sentido opuesto al demostrado inicialmente, no teniendo más remedio, nos dice Freud, que familiarizarnos con esta polisemia de los sueños.
Brais Pereira
“El Ultrapase” JAM. Clase de mayo de 2011. Publicado en Freudiana 66. 2012.
En la última parte de la clase de mayo de 2011 llamada “El ultrapase”, J.A. M. recorre la teoría de Lacan llegando al sinthome. Dirá que le sinthome es real, no hace retorno de lo reprimido. Freud se reencontró con restos sintomáticos de sus pacientes, llegando a plantearse recomenzarlo tras un periodo de latencia. Lacan dirá que siempre hay restos sintomáticos ya que resistir al sentido es la naturaleza del goce.
El sinthome forma parte de lo real pero llama al sentido. Lacan considera que un análisis desteta de sentido al paciente. Lo real del sinthome es la pura percusión del cuerpo por el significante. Así define las pulsiones como el eco en el cuerpo de que hay un decir.
Más adelante JAM toma el ejemplo de Joyce para decir que la literatura sueña y Joyce, con su novela de asonancias, muestra de qué está hecha materialmente la literatura. La repite para que finalice. La literatura no se puede sostener de su sueño a menos que se sepa de qué está hecha.
En el último apartado JAM plantea que hay un sueño en el apego de los psicoanalistas al goce del psicoanálisis, un sueño que llama a un despertar y un despertar que no se efectúa sobre el modelo del efecto de verdad. Dirá que la práctica debe pasar por una desublimación que apunte a lo real del sinthome. Se opera en otro campo diferente, cuando se admite que el Otro es el cuerpo y que no está dirigido al deseo sino a su propio goce.
Fátima Uribe
Sueños indescifrables
Este es el título bajo el que Fabián Fanjwaks ofreció el testimonio de su pase en la noche de los sueños de fin de análisis en Barcelona, el viernes 14 de octubre de 2016, situando estos “más del lado de la escritura que del trabajo de interpretación y del desciframiento significante”.
Así, menciona y sitúa coyuntura y efectos de varios sueños que trufaron su recorrido como analizante hasta el pase.
Destacaré aquí dos de ellos:
Uno es el primero que puede situar “en la clase de los sueños indescifrables, ya que viene a escribir parcialmente, de manera fallida, lo real de lo imposible de la relación sexual”. Este sueño, que precede en unos 7 años al final de análisis, viene a descompletar uno anterior, haciéndolo inconsistir. En él, la encarnación del objeto que podía procurarle la “reunión sin falta” del que hablaba el que le precedió, le dice que él “sabe que eso es imposible”.
El segundo sueño al que me quiero referir es el que considera conclusivo, contado en la última sesión antes de presentarse al pase. En él, una enorme masa animal dormita en una calle cercana a la suya. Al despertar, será inmediatamente asociado a das Ding, separado de él, extracción del objeto designado por ese animal incierto, “tentativa de escritura del goce articulado al objeto, que se ha desprendido”
Para finalizar, y tras dar cuenta de varios sueños producidos en el contexto de la construcción del testimonio, Fabián nos indica que “lo que se da a leer en estos sueños indescifrables, que ponen en juego al otro ubicado en este lugar de objeto del fantasma (el analista), es justamente el desenganche con el Otro que garantizaba el goce fantasmático, y lo que queda al final es solo el circuito mismo del recorrido pulsional, ya sin Otro y del lado del Uno, solo.
Pablo Cardona