Destello de Silvia Grases

Entre sueño y despertar, un destello

En «Despertar», Miller afirma que una sesión de psicoanálisis «tiene como función escandir el encuentro siempre fallido con lo real, el que tiene lugar entre sueño y despertar»[1]. ¿Cómo entender esta afirmación? Despertar como tal no es posible, porque este se produce ante el acercamiento a aquello de lo que el sujeto no quiere saber. Entonces, se despierta a la realidad, lo que le permite al sujeto volver a dormitar en su fantasma. Despertar a lo real no es posible, incluso sería la muerte, afirmó Lacan. Sin embargo, lo que sí hay son encuentros fallidos con lo real.

Por otra parte, si la sesión analítica apunta a producir una escansión, es “para segmentar en el tiempo y en el espacio, la amplitud del discurso del analizante”[2]. Apunta a producir una reducción, pero en la dirección del encuentro fallido con lo real que Miller sitúa como función de la sesión. Se trata, pues, de cernir ese punto preciso. Al mismo tiempo, esta operación se realiza en el contexto de un tiempo que es lógico, de forma que la escansión puede producir un instante de ver.

En el sueño de la inyección de Irma, Freud hace un descubrimiento fundamental. Lacan muestra que Freud sostiene el encuentro con lo real un instante más porque «tiene agallas»[3]. Es lo que está en juego en el deseo mismo del sueño —no reducible a un querer disculparse por no haber curado a Irma—, que se localiza en “el deseo de ser perdonado por haber descubierto un nuevo estatuto de saber que ha dado lugar a un discurso inédito”[4].

Pero ese nuevo estatuto del saber no está en relación con el significante. Así lo muestra ese instante que se prolonga en el sueño, con la aparición de la fórmula de la trimetilamina, que no tiene ningún sentido. Letra que da cuenta del límite, del ombligo del sueño, de lo imposible de decir.

Así, lo que Freud encuentra en el sueño es el horror de saber. Es por ello que cuando el soñante alcanza un punto de real, se encuentra con algo que produce horror, y entonces, se despierta, para seguir soñando. En efecto, no es posible acceder al encuentro con lo real. Sin embargo, es posible escandir un instante, como Freud en su sueño, dando lugar a “un breve destello de lucidez”[5], instante de ver entre sueño y despertar.


[1] J.-A. Miller, “Despertar”, en El sueño. Su interpretación y su uso en la cura lacaniana. Scilicet, Grama, BBAA 2020, p. 16.

[2] L. D’Angelo, “La sesión-escansión”, en Virtualia núm. 9, febrero-marzo 2004, disponible online en: https://www.revistavirtualia.com/articulos/656/la-sesion-corta/la-sesion-escansion

[3] J. Lacan, El Seminario, libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Paidós, BBAA 2012, p. 236.

[4] L. Sokolowsky, “La marca de lo imposible de decir”, en El sueño. Su interpretación y su uso en la cura lacaniana. Scilicet, Grama, BBAA 2020, p. 112.

[5] Lacan, J., El seminario, libro 22, RSI, clase del 11 de febrero de 1975, inédito. Miller, añade que «en la experiencia analítica, verificamos a menudo el progreso de la cura por el hecho de que el sujeto llega a soñar un poco más de tiempo, más allá del punto de angustia. Llega a soñar un poco después del punto donde habitualmente se despertaba”. J.-A. Miller, La fuga del sentido, Paidós, BBAA 2012, p. 262.

Silvia Grases ,Psicoanalista en Barcelona, miembro de la ELP y AMP.

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