Letter-Litter
El psicoanálisis que comenzó como agalma devino palea. No desperdicio, sino resto fecundo perdido como síntoma con el que hacer consistir un saber que me nombrase. Perderlo fue atravesar la tierra baldía, la noche oscura, experimentar la vanidad del saber respecto al goce vivo del cuerpo, para cifrar la relación, la proporción sexual. Vaciar la letra. Hube de escarbar con tanta determinación como desazón en lo que durante algunos años más creí un pozo seco.
El pasaje del pozo seco al agujero sin fondo llevó la experiencia a su fin. El nudo entre el Ics real y la Escuela transformaron la transferencia en causa, evidenciada en un sueño que no era efecto del trabajo de transferencia sino que, entre sus múltiples resonancias, atestiguaba de la transferencia de trabajo hacia la Escuela y de la heterogeneidad del pase respecto a la experiencia analítica, no su continuación. Tomó la dimensión de un acontecimiento de cuerpo y me despertó. Si algún despertar es posible es a partir del cuerpo y su acontecimiento como cuerpo gozante, ese misterio gozoso…
Flotando hacia mi dormitorio avanza impulsada en el aire una letter, (litter) un sobre marrón común y corriente, como los de Amazon. Sé que el sobre está vacío y en el sueño me levanto con un impulso irreductible de abrirlo y liberar ese vacío. Nada puede detenerme, me despierto de pie en el pasillo, con la misma determinación que me acompaña en el sueño. Liberar el vacío de esa carta que levanta mi cuerpo y lo hace avanzar caminando. Me digo, voy a presentarme al pase. Hago del indecible decisión, un más allá del deseo. Insondable como toda decisión.
Poner en juego el sinthome implica consentir a ser incauta a la une beuve, al desliz, a la tontería, al chiste que es cada uno. Implica que en la enunciación resuene el haber vaciado de todo sentido a la letra. En el seminario de los “No incautos yerran”, en la clase del 17 Marzo del 74, Lacan se refiere a “mantener el reino de lo que despierta”. Miller también describe a Freud como “un hombre de vigilia” y subraya la dificultad de estar a esa altura. Es el cuerpo el que despierta al sujeto y posibilita que no todo sea un sueño. El sueño de A-M-A-Z-O-N testimonia de ello.
La noche oscura se volvió madrugadora. Abrir la letra que consigna lo que no cesa de no escribirse, el agujero de sa-ver, levanta la voz del cayó-callo. Izarla en el pase anuda Psicoanálisis y Escuela. El resto pulsional irreductible de la transferencia, el deseo, se anuda a la transferencia de trabajo y revela la raíz pulsional implicada en su puesta en acto. El pase es la apertura de esa letter y su vacío, de sa-ver, no descarta el resto; es decir, el deseo, descrito como un deseo de nada en particular y desprendido de la sobredeterminación metonímica, por eso no es puro.
De modos tan diversos como impredecibles, lo que se obtendrá al final del análisis es la revelación de ese acontecimiento singular del goce en el cuerpo; de cómo lo vivo de la vida se da para cada uno de nosotros, de qué la hace posible. Izar la voz es el eco de que en el cuerpo hay un decir del ser. El eco y la resonancia reverbera en el vacío que lo real horadó en lo simbólico y que la letter cobija. Un latido que itera, lo más vivo, singular y propio; paradójicamente, algo inapropiable e inexpropiable. No me pertenece, solo la posibilidad, cada vez, de un acto, una experiencia, un acontecimiento.
Paloma Blanco Díaz. Psicóloga Clínica. Miembro de la ELP y de la EMP. AE de la Escuela (2021-2024). Docente del ICF. Psicoanalista en Málaga.