Reseña 6

Brodsky, Graciela. “LA LOCURA NUESTRA DE CADA DIA». Rv. digital Virtualia nº 42, año XVII, mayo 2023, p. 9-14.

En este artículo, Graciela Brodsky sitúa los lineamientos que atraviesan la enseñanza de Lacan y que permiten distinguir locura de psicosis, al mismo tiempo que plantea cuál es la orientación analítica que conviene en la clínica con los sujetos.

Hay un cambio radical en la concepción lacaniana desde una primera clínica estructuralista hasta la última, borromea, cuya máxima reza “todo el mundo es loco, es decir, delirante”. La locura, por tanto, no es coto privado de la psicosis.

Tomando como referencia el texto freudiano “La pérdida de la realidad en las neurosis y las psicosis” los desarrollos dejan de poner el acento en el déficit del psicótico. Cuando Lacan retoma la idea freudiana de la pérdida de realidad, una primera aproximación supondría decir que en cada estructura, neurosis, perversión y psicosis el mecanismo de esta pérdida varía: represión, renegación y forclusión, respectivamente. Sin embargo, la segunda enseñanza de Lacan arroja una lectura retroactiva, de donde se desprende que las cosas no son tan claras.

La teoría clásica estructuralista de las psicosis las sitúa como consecuencia de la forclusión del Nombre del Padre, que regula el goce fálico. Miller señala que la fórmula lacaniana de “no hay relación sexual” tiene valor de una forclusión. De manera que cuando el Nombre del Padre está inscripto no hay relación sexual e, inversamente, cuando el Nombre del Padre no está inscripto la relación sexual existe bajo una fórmula no fálica.

Así entendida, la función de la forclusión implica que lo que no existe como símbolo reaparece de todas formas en lo real, es decir, fuera de sentido. La idea de la forclusión es mucho más general que la idea de la forclusión del Nombre del Padre. La forclusión del Nombre del Padre, rescata Graciela, es un caso especial de la forclusión.

El rechazo del goce se produce en todos los casos. Todo goce que exceda al fálico es forcluido. El sinthome viene a domesticar ese goce, axioma de la última enseñanza de Lacan y foco de las intervenciones analíticas.

Bárbara Gallastegui

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