“El analista no tiene forma, es el fantasma del paciente el que se la da y le otorga un sabor. La disciplina del analista es quizás aprender a ser sin sabor propio, de manera que el paciente pueda experimentar los sabores de su vida paladeando al analista. Lo soso podría ser entonces el ideal del analista”.
Miller, Jacques-Alain. Introducción a la clínica lacaniana. RBA, Barcelona, 2004, p.339.