Destello de Omaïra Meseguer

El diagnóstico desde la entrada.

Centraré mi breve comentario en una sola página del Seminario Las psicosis[1]. Se trata de una página dedicada exclusivamente a la cuestión del diagnóstico. Una de las tantas páginas de los seminarios de Lacan en las que hay puntos de orientación precisos que merecen ser recordados. 

Para precisar lo que él llama los “antecedentes del psicótico”, Lacan hace referencia a Helene Deutsch, la cual destacó con gran fineza clínica “un cierto como si” de ciertos pacientes que muestran una adherencia singular a lo que dicen o hacen los otros y que “parece marcar las etapas de quienes, en cualquier momento, caerán en la psicosis”. Se trata de sujetos, precisa Lacan, que “no entran al juego de los significantes, salvo a través de una imitación exterior”. Esta “no integración al registro del significante” es a mirar con la lupa de la investigación analítica. 


Subrayaremos aquí una primera indicación clínica: es necesario para el clínico de investigar con minucia la relación que tiene el sujeto “al juego significante”, lo cual implica atrapar con precisión los detalles ínfimos de la manera singular en el que éste dice las cosas. En las primeras entrevistas es capital de escuchar cómo el sujeto se mueve en el registro significante antes de aventurarse a interpretar o a levantar una sesión con demasiado brío. Se diagnostica de entrada la relación singular del sujeto con el significante.


“Sucede que tomemos pré-psicóticos en análisis y sabemos cuál es el resultado: el resultado son psicóticos”. Lacan avanza sin rodeos, llamando la atención de los analistas sobre las psicosis no desencadenadas. El resultado de “unas primeras sesiones de análisis un poco movidas” es que el analista termine convirtiéndose en el perseguidor del paciente. Todos tenemos en memoria “tal caso de nuestra práctica, o de la práctica de nuestros colegas” anota Lacan, del desencadenamiento de una “linda y hermosa psicosis”.


Segunda indicación clínica: las entrevistas preliminares demasiado intensas pueden producir un efecto de precipitación. ¿Sobre qué nos alerta Lacan? Sobre un error de lectura del analista el cual demasiado presuroso de provocar la entrada en análisis, suscita angustia, perplejidad o peor, certeza. En las primeras sesiones es necesario ponderar, examinar con cuidado, lo cual no quiere decir no interrogar. Invitar a precisar para empezar a leer el caso y dejar desplegar la arborescencia de la palabra sin ninguna orientación no es la misma cosa.


Lacan indica que hay que tener un poco de cautela cuando se le da la palabra a alguien, porque “tomar la palabra” tiene enormes consecuencias para ciertos sujetos. Es otro un aspecto clínico a extraer de esta página del Seminario 3. “Tomar la palabra, quiero decir la suya, justo lo contrario de decirle sí, sí, sí a la del vecino”. Tomar la palabra frente a un analista para “explicar” un punto de perplejidad, un fenómeno extraño, un sentimiento difícil de localizar, pueden conllevar a que la psicosis “se declare”. De lo que se trata entonces no es de explicar, sino de cernir, de precisar. 


Un sujeto, anota Lacan, puede vivir “en su capullo como una polilla” hasta que el “tomar la palabra” lo obligue a salir de una especie de distancia que lo protegía del desencadenamiento producido por la palabra misma. ¡No se trata de dejarlo ahí!, pero de saber que la salida abrupta trae consecuencias. Es una cuestión de delicadeza de la operación. 


No se trata de inhibirse o de aterrorizarse. Se trata de agudizar la escucha. El diagnóstico es una cuestión de lectura, de lectura estricta de las maneras singulares de decir de un sujeto. No se trata de simples clasificaciones, sino de una escucha sutil para así afinar diferentes maneras de maniobrar. 

Omaïra Meseguer. Psicoanalista en París, miembro de la ECF y la AMP. 


[1] Lacan J., El seminario libro III, Las psicosis, Paidós, p. 360. 

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