“Si nos proponemos formarnos una opinión sobre la causación de un estado patológico […] emprenderemos primero el camino de la investigación anamnésica, prestando oídos a los enfermos o a sus allegados sobre los influjos nocivos a los cuales ellos mismos reconducen la contracción de aquellos síntomas neuróticos. Desde luego, lo que así averiguamos está falseado por todos aquellos factores que suelen encubrirle a un enfermo el discernimiento de su propio estado […] Por eso en aquella investigación anamnésica nos atenemos al designio de no admitir sin profundo examen crítico la creencia de los enfermos”.
Freud, Sigmund. “La etiología de la histeria”. Obras completas, vol. III. Amorrortu, Buenos Aires, 1991, p. 191.