El diagnóstico en singular
En su curso Sutilezas analíticas (2011), Jacques-Alain Miller afirmó que «la perspectiva del sinthome (que ordena la última enseñanza de Lacan) está orientada a despegarnos de la perspectiva clínica». ¿Significa esto un borramiento de lo que en 1985 planteara en “CST”, donde situó las coordenadas de “una clínica bajo transferencia”? De ningún modo. Pero encontramos en este señalamiento una torsión conceptual que articula el término clínica no con el inconsciente sino con el sinthome. Y esta torsión tiene consecuencias en la manera en que los analistas hacemos uso del diagnóstico de estructura.
La clínica —señala Miller en el capítulo V de Sutilezas analíticas— entraña «un ejercicio de objetivación», por cuanto se organiza a partir de «signos e índices previamente catalogados». Se trata aquí de una clínica concebida a partir de la perspectiva del inconsciente, en la que Neurosis, Psicosis y Perversión son instrumentos que posibilitan un ordenamiento de la experiencia en el nivel de lo particular, a partir de constatar los fenómenos por los cuales los sujetos se asemejan. Este es un nivel de la experiencia que hace al fondo de la práctica misma que sostenemos como analistas, pero no es más que la preparación necesaria para que sobre ese fondo, que escribe siempre lo mismo, una y otra vez, podamos recortar lo que hace a lo incomparable, es decir, lo más singular.
En los controles es posible verificar muchas veces que el agrupamiento de las particularidades que detectamos en la clínica, condiciona la escucha analítica de un modo nada desestimable, hacia la búsqueda de lo que hace serie, con el consecuente descuido de lo que no. Después de todo, no es tan extraño pensar que así como la elucubración del inconsciente es lo que responde del síntoma y constituye, por tanto, un modo de defensa, generalizado, frente al traumatismo del goce, el intento de producir una formalización de los casos también toca, en alguna medida, ese borde difícil en el que es posible perder el horizonte de la singularidad.
Desde el punto de vista estructural entonces, y aunque sigamos el consejo freudiano de tomar cada caso como si fuera el primero, la clínica se constituye como un campo de experiencia cuyo abordaje está condicionado por lo que ya sabemos.
Con el término sinthome, en cambio, nos adentramos en la perspectiva que toma como punto de partida lalengua y el goce. Se trata allí de lo que cada uno inventó, el modo singular de respuesta al traumatismo.
Para consentir al sinthome que hay en cada uno, para dejar de rechazarlo, hace falta un análisis. La lectura que el analista pueda hacer de lo que escucha, apuntando de entrada a localizar de qué sufre, o mejor dicho, de qué goza ese sujeto, equivale a un diagnóstico singular, necesario para orientar la cura. Incluso si en ocasiones contradice lo que ya sabíamos. A veces, solo contamos con ese acto para sostener una transferencia sin SsS.
Paula Vallejo. Psicoanalista. AME de la EOL y de la AMP, Docente del IOM3 (Instituto Oscar Masotta). EOL- Sección La Plata, Buenos Aires, Argentina