Tiempo y elaboración en el diagnóstico bajo transferencia
Ante la invitación a pensar sobre el diagnóstico bajo transferencia, me interesan la elaboración y el tiempo relacionados con ese diagnóstico.
Esa elaboración, será necesaria para orientarnos en la transferencia. Lacan la aleja del diagnóstico automático y la liga a un arte de juzgar el caso sin regla y sin clase preestablecida[1]. Ubicamos ese diagnóstico, que finalmente es un modo de clasificar, en un momento inicial, aunque sin tiempo determinado, ya que sabemos que en algunos casos ese tiempo del diagnóstico diferencial puede prolongarse. La orientación pasa entonces porque tras ese momento inicial pueda instalarse el discurso analítico, será allí donde el sujeto es totalmente singular e incomparable.[2]
Una vez en el discurso analítico, se jugará la lectura del texto del inconsciente y apuntar al lugar de enunciación en cada sujeto, uno por uno. Ese tiempo en la transferencia donde el analista acoge la demanda del paciente y se hace parte del síntoma, queda ligado a la formalización del síntoma analítico.
La construcción, que Lacan pondrá del lado del analizante, no es cualquier significante para un psicoanalista ya que se liga a una ética que apunta a una clínica de la singularidad, un deseo del analista que reorienta la transferencia hacia la pulsión y a los efectos esperables del acto analítico.
Esa construcción implica de un tiempo, ya que el analista no sabe nada del caso porque es una verdad a producir.[3]
El diagnóstico hoy queda pegado a la urgencia de la que el analista se sustrae tomándose el tiempo de comprender. En relación a esta construcción resuena relevante lo que apunta Lacan en 1974 en su Seminario 22, RSI, “es indispensable que el analista sea al menos dos… El analista para tener efectos y el analista que, a esos efectos, los teoriza.”
Llegan a nuestras consultas sujetos afectados por el tiempo, la prisa, la productividad, el taponar rápido la angustia y evitar atravesar ese tiempo de comprender. Sabemos, ya desde Freud, que la duración de un tratamiento es imposible de saber, precisamente por la relación del neurótico con el tiempo. El analista finalmente se aleja de la máquina de diagnosticar[4] e introduce el tiempo necesario para que el sujeto pueda pasar de esa demanda inicial a lo singular del síntoma analítico que le interroga. Como psicoanalistas nos toca no correr ante la urgencia que impera y estar orientados, dando lugar al tiempo del inconsciente y orientando al sujeto a que se interrogue por su propio deseo.
Estíbaliz Cotos. Psicoanalista en San Sebastián. Miembro de la ELP y AMP
[1] Miller, J.-A. Conferencias Porteñas Tomo 3, Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 127.
[2] Miller, Jacques- Alain. Todo el mundo es loco. Paidós, Buenos Aires, 2015, p.137.
[3] Miller, J.-A. Conferencias Porteñas, Tomo 1. Buenos Aires. Paidós 2009
[4] Miller, J.-A. El ruiseñor de Lacan. VV.AA Del Edipo a la sexuación. Buenos Aires ICBA. Paidós, 2001