Del tipo clínico a lo singular del síntoma
Intentaré responder con este DESTELLO a la pregunta de Cristina Califano ¿qué te sugiere el tema de nuestra XIII Conversación Clínica de la Antena de Bilbao Diagnósticos bajo transferencia? En la introducción del argumento de la Conversación aparece lo fundamental que orientará mi respuesta: La clínica del psicoanálisis lacaniano se sostiene de la palabra, de la relación al analista y de la interpretación del decir singular del analizante bajo transferencia. No hay por tanto en psicoanálisis clínica sin transferencia.
A la imposibilidad de responder de manera absoluta a la pregunta ¿Quién soy yo, qué me ocurre y por qué?, contesta la utopía de una categoría diagnóstica que permita dar un dictamen al sujeto. Estamos en la época de la categorización post-DSM que replica con el espejismo de respuestas de innovantes clasificaciones a las que poder identificarse. Existe la ilusión diagnóstica de encontrar la clave perfecta que se acomode al caso, taponando incluso los agujeros que no cuadran. Se describen así síndromes y trastornos raros que pretenden atrapar el sentido de los conflictos subjetivos, cuantificarlos, compararlos con estadísticas para crear pautas y protocolos. Ese pobre saber a menudo satisface y desangustia. Molière ya lo había entendido en Le Medecin malgré lui, cuando escribía la cómica explicación que daba Sganarelle a Geronte del problema de su hija muda. Encontraba la causa de su mudez en sus humores, en sus vapores, o en la concavidad de su diafragma y del potarium: Así pues, Ya sabe usted, señora, porqué su hija está muda! Dejándose en el tintero que la joven enamorada se había quedado por amor atónita y sin palabras.
En psicoanálisis es necesario un primer tiempo de impresión diagnóstica para orientar y dirigir la cura. Para ello contamos con las entrevistas preliminares cuya función es indispensable. Podríamos considerar este momento con las indicaciones de J.-A. Miller como un momento de juicio lógicamente necesario que permita una conexión entre la práctica y la teoría. Se trata de alguna manera de un juicio a partir de la clínica clásica para saber si algo del sujeto que estamos escuchando se ajusta a un sujeto dividido, neurótico, o bien de un sujeto que se instala en una certeza delirante. También atendemos a sujetos con rasgos que promueven la división del propio analista.
Con esta primera impresión diagnóstica apuntaremos poco a poco la clínica del detalle, sabiendo orientar nuestras preguntas para entrar en el terreno de la transferencia. Es un arte saber hacer las preguntas pertinentes sin dejar paso a la erotomanía, o impedir que el analista sea ubicado en el lugar de un Otro del que desconfiar. Es un arte saber callar y dirigir la cura hacia lo singular del modo de goce.
Con respecto a la transferencia, Freud dio la indicación precisa de retomar cada caso como si fuera el primero y de escuchar al paciente sin aplicar un saber aprendido. Habrá que darse el tiempo necesario para saber ubicar los momentos de discontinuidad, de vacilación y desorden del sentimiento de la vida, también los momentos de pasos al acto, de desanudamiento donde el imaginario descarrila, o donde el cuerpo se ha desmoronado. Ubicar qué es lo que viene a anudar al sujeto y lo que habría que evitar. Conviene dejar abierta la dimensión de la sorpresa y la puesta al trabajo de la construcción del caso. El control será el momento privilegiado para orientar la dirección de la cura y la posición del analista.
En nuestra práctica analítica se introduce la contingencia de la existencia para extraer el sujeto del Inconsciente mediante la palabra y la transferencia. J.-A. Miller señala que en el psicoanálisis “apuntamos al punto del sujeto del individuo y haciendo esto nos apartamos tanto de la dimensión de la naturaleza como de la dimensión de las operaciones de la ciencia. Introducimos la contingencia”[1] Es ahí donde cada caso es diferente y singular y ninguno se ajusta a clasificación alguna ni atiende a reglas colectivas ni universales, S(A/). Cada caso es una excepción.
El lazo también singular de transferencia entre el analizante y el analista permite al sujeto construir su singular romance, con sus significantes personales diferentes y con sus efectos de estilo propio. El final del análisis se opera con la extracción de un saber sobre cómo se las arregla el sujeto inventando su solución a la ausencia de relación sexual y a la inexistencia de un programa natural y universal. Es en este punto donde el sujeto construye la articulación significante de su síntoma y la singular fórmula de su fantasma. Con ello nos desplazamos en el análisis, necesariamente, alejándonos del tipo clínico apuntando a lo singular del síntoma de cada uno. Al final del análisis el síntoma es residual, resto sintomático dice Freud, sin sustancia, pero permanece como la marca del modo de gozar y de algo que finalmente el sujeto ama de sí mismo.
Marga Auré. Psiquiatra-Psicoanalista en París. AME de la ECF. Miembro de la ECF y ELP.
[1] Miller J.-A., El ruiseñor de Lacan, Del Edipo a la sexuacion, ICBA/Paidos, Buenos Aires, 2005, p. 258.