“Y con esto último es fácil conectar el significado más profundo de la angustia exteriorizada en el sueño. Siguiendo esos indicios, podemos construir del siguiente modo la situación desde la cual crece este último sueño. El durmiente es asaltado por una intensa necesidad erótica que en el introito del sueño se insinúa con símbolos bastante nítidos. (Se ha enterado de que el trigo —sin duda, un equivalente del semen— se cotiza mucho. Toma impulso para entrar con el caballo y el carro —símbolos genitales— por la puerta abierta del cielo.) Pero esta moción libidinosa recae probablemente sobre un objeto inalcanzable. La puerta se cierra, él resigna su propósito y quiere regresar a la Tierra. Ahora bien; la esposa, que yace cerca de él, no lo estimula; en vano se empeña en tener una erección para ella. El deseo de eliminarla, de sustituirla por una mejor, es en el sentido infantil un deseo de muerte. A quien en lo inconciente alienta tales deseos contra una persona a la que en verdad ama, se le truecan en angustia de muerte, angustia por la persona propia. De ahí, en estos sueños, el estar muerto, el viaje al cielo, la hipócrita añoranza de volver a ver a la mujer y a los hijos. Por el camino de la regresión, la libido sexual desengañada deja que la releve la moción de deseo excrementicia, que insulta y embadurna al inepto objeto sexual”.
Freud, S. (1911). Sueños en el folklore (Freud y Oppenheim). Obras Completas. Vol.XII. Buenos Aires: Amorrortu Editores. P.197.