Destello de Renata Cuchiarelli

El sueño, brizna de goce.

Lacan, en la última clase del seminario 21, dirá que “cualquier elemento de lalengua es, con respecto al goce fálico, una brizna de goce.” [1]

Me interesa especialmente esta referencia para pensar el sueño: ¿No es a este elemento de lalengua al que apunta el sueño? ¿No es con ese elemento polisémico y sinsentido con el que se encuentra el analizante en el relato del sueño? Esa brizna, ínfima porción de goce, hebra, hilacha; o chispa fuera de sentido.

La vigencia del sueño, hay que decirla, es absoluta. Podríamos decir que es el custodio acérrimo del inconsciente. El sueño sorprende, desvela, insiste. Aparece en la vigilia, se fuga en el despertar, se recuerda, se escribe. El sueño conserva el cuerpo. Un cuerpo susceptible de ser otro.

Este último matiz es el que me interesa tomar, ya que creo que es por esta vía por la que se filtra el sueño en la clínica hoy. Que se filtra, y que se resiste a toda neurociencia.

Una paciente no entiende por qué, desde que viene a la consulta, recuerda los sueños. Los recuerda “como cuando era niña” y algunos puede «retener» según dice. “Está atenta” dirá mientras ríe. Ese estar atenta, la despierta, en sesión, de un largo tiempo de adormecimiento del deseo.

Otro paciente trae una y otra vez el mismo sueño: “me caigo al precipicio, es un abismo, me despierto”. Interpreta esos sueños como la angustia que rechaza, de la que no quiere saber nada, “pero que está viva” dirá, “cuando me despierto, la angustia ha pasado a mi cuerpo”.

Una paciente vuelve después de un tiempo de interrupción de las sesiones. Dirá: “este sueño me hizo volver, venía a la consulta, y aparecía otra psicóloga, no entendía nada, pero no quería ir con ella, como que te habías muerto.” “Supe entonces que hay una pérdida en mi vida, y también un lugar, el que me está costando horrores forjar, de eso quiero hablar.”

Varios pacientes llegan con el “motivo de consulta”: trastorno del sueño. Motivo de agotamiento de algunos, de angustia de otros. Lo cierto es que ofrecerles hablar de eso, pone en acto algo que del cuerpo se les escapa, que no pueden controlar. Ese acto mismo ya tiene un efecto. Verificar ese “no poder controlar todo” puede tener hoy un efecto de alivio. Traer a escena otro cuerpo que el que está nombrado, moldeado, exigido, excedido.

Fernando Vitale en Lacan Quotidien escribe: “Este camino abriría la perspectiva de considerar el sueño no como formación del insconsciente que hay que descifrar ni como un tapón de pantalla que habría que atravesar para despertar definitivamente a lo real del sin sentido, sino más bien, como lo planteó Lacan en “La Tercera”, como una forma de anudar el goce en el cuerpo apoyando la consistencia imaginaria frente a la intrusión del goce fuera de cuerpo que transmite el traumatismo del Uno que siempre amenaza con fragmentarlo. Así, la búsqueda del sueño-sinthome, como un invento singular y sin Otro que apoye el anudamiento de los tres registros, se abre a nuestro estudio. Proponer esta referencia al trabajo de nuestra comunidad, me parece de gran valor clínico, político y epistémico.»[2]

Retomo entonces esta vía de trabajo propuesta, para interrogarnos acerca de la función del sueño en la clínica actual como anudamiento de un cuerpo.


[1] Jacques Lacan. Clase del 11/06/74. Pg. 186. Los nombres del padre o Los no incautos yerran. Seminario 21. 1973-1974. Versión Íntegra. No revisada

[2] Vitale, Fernando. La escuela, el sueño, el sinthome. Lacan Quotiden N° 893

Renata Cuchiarelli es Miembro de la ELP y de la AMP.

Los comentarios están cerrados.

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑