“Se teme causar daño mediante el psicoanálisis, se tiene angustia a convocar a la conciencia del enfermo las mociones sexuales reprimidas, como si esto aparejara el peligro de que con ello resultaran luego avasalladas sus aspiraciones éticas superiores y fuera despojado de sus adquisiciones culturales. Uno nota que el enfermo tiene puntos débiles en su vida anímica, pero no se atreve a tocarlos para no aumentarle todavía más su padecimiento. Podemos retomar esta analogía. Sin duda, es más benigno no tocar lugares enfermos si por esa vía uno no sabe otra cosa que deparar dolor. Pero, como es bien sabido, el cirujano no se abstiene de investigar y trabajar sobre el foco enfermo cuando se propone una intervención destinada a procurar curación duradera”.
Freud, S. (1910). Conferencia V. Obras Completas. Vol.XI. Buenos Aires: Amorrortu Editores. P.48.