Reseña 5

25ª Conferencia. La angustia

Esta Conferencia se encuadra dentro de las Conferencias de introducción al psicoanálisis fechadas entre 1916 y 1917 (fecha de publicación).

Freud define en esta Conferencia la Angustia como un afecto o un estado afectivo y nos explica que abordará el tema desde el del psicoanálisis, prisma del todo diverso del de la medicina académica.

Angustia Realista:

Diferencia la angustia neurótica de la angustia realista, en la que esta última aparecería como algo muy racional y comprensible. La angustia realista se trataría de una reacción frente a un peligro o daño exterior, que podría considerarse acorde con la pulsión de auto-conservación del yo. Afinando un poco más, explica que el desarrollo de la angustia nunca es adecuado. Que lo adecuado sería la huida, el apronte angustiado para preparar la acción motriz, no el desarrollo del propio estado de angustia.

La acepción angustia (Angst) se refiere al estado de angustia y prescinde de objeto, mientras que el miedo (Furcht) dirige la atención justamente al objeto. Entonces podría decirse que el hombre se protege del horror (Schreck) mediante la angustia.

Un afecto incluiría en primer lugar determinadas inervaciones o descargas y en segundo lugar ciertas sensaciones de placer o displacer. Pero a esto deberíamos añadir en su núcleo, que se trata de la repetición de una determinada vivencia significativa. Freud nos dirá que se trata de la decantación de una reminiscencia, dirá que lo que se vive como estado de angustia se trata de la repetición de la angustia vivida en el acto del nacimiento, como una angustia tóxica. Destacando el momento de falta de aliento de la situación real que hoy se vive como afecto.

Angustia Neurótica:

  1. La angustia neurótica en oposición a la angustia realista, presenta un estado general de angustia libremente flotante, dispuesta a prenderse del contenido de cualquier representación pasajera. Lo llama “Neurosis de angustia” y lo incluye en las neurosis actuales.
  • La angustia de las fobias sin embargo estaría ligada a ciertos objetos y situaciones. Entre éstas diferencia tres grupos:
  • Las situaciones u objetos que de por sí ya tiene una dimensión de peligro, así como la fobia a las víboras de Darwin.
  • Las que, habiendo una dimensión de peligro, lo hemos minimizado de manera natural, como montar en barco o ferrocarril. Lo que llama la atención en estas fobias no es tanto su contenido, como su intensidad, ¡La angustia de las fobias es directamente abrumadora!
  • Las que quedan fuera de nuestra comprensión: cuando el objeto fóbico no tendría ningún nexo con e peligro. Aquí entrarían las fobias a los animales inofensivos, a los ratones, por ejemplo. O la agorafobia de salir a una plaza.

Todas estas fobias quedarían incluidas en la histeria de angustia y que serían consideradas como una afección muy próxima a la histeria de conversión.

  • Perdemos totalmente el nexo entre la angustia y la amenaza de un peligro. Sería el caso de la histeria en la que surgirían ataques de angustia en los que esta angustia pudiera estar subrogada por un único síntoma como un temblor o un vértigo, palpitaciones, mareos…

Freud plantea que, si hay angustia, tiene que existir algo frente a lo cual angustiarse. Varias indicaciones para la comprensión de la angustia neurótica:

  1. La angustia expectante o angustia general mantiene una estrecha dependencia con determinados procesos de la vida sexual: con ciertas aplicaciones de la libido. Da el ejemplo de una descarga no satisfactoria, donde la excitación libidinosa mudara en angustia. Asegura que la neurosis de angustia desaparece cuando se elimina el mal hábito sexual. También plantea a la inversa, que personas propensas a los estados de angustia, que por ello se retienen en materia sexual. Señala ciertas fases de la vida más propensas a la angustia como son la pubertad y la menopausia, en las que se considera un aumento de producción de libido.
  2. Analizando el proceso de los estados crónicos de angustia y de los ataques de angustia se observa que el afecto inicialmente vivido es sustituido por angustia. Que la angustia es la moneda corriente por la cual se cambian o pueden cambiarse todas las mociones afectivas cuando el correspondiente contenido de representación ha sido sometido a represión.
  3. En los enfermos obsesivos se observa que una formación de síntoma sustituye a la angustia. Que los síntomas sólo se forman para sustraerse del desarrollo de angustia que de lo contrario sería inevitable.

Hemos visto que en la neurosis de angustia la desviación de la libido de su aplicación normal se produce en el campo de los procesos somáticos. También esta desviación puede ser el rehusamiento de parte de instancias psíquicas.

Si planteamos que la angustia surge en el Yo frente a un peligro exterior, en la angustia neurótica emprende un idéntico intento de huida frente al reclamo de su libido y trata este peligro interno como si fuera externo. Es la dinámica tópica de la angustia la que todavía nos resulta oscura.

En cuanto a la angustia de los niños, Freud desprendiéndose de la teorización de Adler en cuanto a la inferioridad y la indefensión, defiende su teoría libidinal. El niño cuando se aterroriza al ver un rostro extraño, lo hace porque en el fondo espera ver a la madre, la libido ha quedado inaplicable, no puede quedarse en suspenso, sino que se descarga como angustia. Resume que la angustia realista comparte con la angustia neurótica el rasgo esencial de provenir de una libido no aplicada. Y que sustituye al objeto de amor por un objeto externo a una situación, como se ve en las fobias. Toda fobia histérica se remonta a una angustia infantil.

En el adulto, sin embargo, la libido no aplicada puede mantenerse en suspenso. Pero cuando la libido pertenece a una moción psíquica que ha experimentado la represión se restablece una situación análoga a la del niño, mudándose la libido en angustia. El destino más inmediato del afecto adherido a la representación reprimida es mudarse en angustia. Esta mudanza sería la parte más importante del proceso represivo. El desarrollo de la angustia se anuda entonces, estrechamente al sistema inconsciente y la represión corresponde a un intento de huida del yo frente a la libido sentida como un peligro. La fobia se trataría de un atrincheramiento contra el peligro externo que subroga a la libido temida. La debilidad de las fobias reside en que la fortaleza tan afianzada hacia afuera sigue siendo vulnerable desde adentro. Nunca se consigue toda la proyección del peligro libidinal hacia afuera. Y es que el contenido de una fobia tiene para esta más o menos la misma importancia que posee para el sueño su fachada manifiesta. En definitiva, mantiene su enlace con el peligro mediante una referencia simbólica.

Kepa Torrealdai

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