“¿Cuál es entonces la alternativa a desangustiar? La angustia ¿no indicaría, ella también, un punto crucial para el sujeto? El estatuto particular de la angustia entre los afectos ha sido subrayado por Freud, y Lacan lo formuló a modo de resumen de la siguiente manera: la angustia es un afecto que no engaña. Guía al sujeto neurótico hacia lo real. Para el sujeto neurótico, si no hubiese angustia, todo será un teatro de sombras. El sujeto histérico reduce el mundo a sus semblantes y sus intrigas, el obsesivo ve el mundo detrás de un velo. Ambos se encuentran exiliados del sentimiento de la vida. Si la angustia no engaña, es en tanto plantea la buena pregunta, aquella del deseo. Estamos angustiados cuando no sabemos lo que el Otro quiere de nosotros. Es en este sentido que la angustia no es sin objeto. La presencia del Otro como tal está en causa.”
Laurent, E (2004). “Desangustiar?” en Ciudades analíticas. Buenos Aires. Tres haches, p.10.