Destello de Julio González

Fantasías inconscientes y herencia arcaica

En su texto Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad, publicado en 1908 Freud relaciona las fantasías inconscientes y los sueños diurnos para señalar el papel que éstas tienen en el origen de los síntomas, fantasías que se remontan a la infancia y que ponen en juego una satisfacción pulsional. Desplaza así su teoría traumática de la neurosis, de la escena de seducción en la infancia a las fantasías infantiles.

Años más tarde con la publicación del caso de El hombre de los lobos, en 1918, se pregunta si estas fantasías (comercio sexual entre los padres, la escena de seducción, la amenaza de castración) responden a un vivenciar real de la infancia, a una escena real, o son solo una fantasía. Como señala en ese momento “en verdad no es muy importante decidirlo”[1] pues tales escenas “son indudablemente un patrimonio heredado, herencia filogenética, pero también pueden ser adquisición del vivenciar individual (…) Sólo que en la historia primordial de las neurosis vemos que el niño echa mano de esa vivencia filogenética toda vez que su propio vivenciar no basta. Llena las lagunas de la verdad individual con una verdad prehistórica, pone la experiencia de los ancestros en el lugar de la propia”[2]

Freud construye el mito de una verdad prehistórica, de lo que llama herencia arcaica, como lo mostrará su escrito Tótem y Tabú, velando sin duda el hecho de que la verdad no puede ser dicha toda. Constituye el esfuerzo de Freud de construir una teoría de la causalidad propia del psicoanálisis, que no se confunde con el determinismo de lo innato, lo biológico o lo aprendido, una teoría de la causalidad que da cuenta del empuje de la pulsión y su articulación con lo simbólico.

En 1919 publica Pegan a un niño, texto en el que señala que “el núcleo de lo inconsciente anímico lo constituye la herencia arcaica del ser humano”[3]. Pertenece, por lo tanto, al campo de la represión primordial, campo en el que la pulsión se fija a un representante psíquico constituyéndose el inconsciente. El hecho de que la herencia arcaica forme parte de este ámbito de la represión primordial, nos permite emparentar la herencia arcaica con el ombligo del sueño manteniendo su distinción .

Si para Freud la represión primordial da cuenta de un acto en el tiempo, para Lacan la represión primordial da cuenta de un hecho de estructura, la imposibilidad de decirla toda, de decir la verdad sobre la verdad, lo que en el grafo se escribe como  S(Ⱥ). Imposibilidad que se enuncia como no hay relación sexual

Ombligo del sueño y herencia arcaica situan dicha imposibilidad. Indican un agujero, un real en lo simbólico, la marca que deja en el inconsciente el no hay relación sexual.

Gracias a Lacan podemos distinguir este real en lo simbólico del real pulsional, así como elucidar de qué modo el primero repercute en el segundo.


[1] Freud, S. “De la historia de una neurosis infantil”, O.C. T. XVII. Amorrortu Editores, Buenos Aires 1979, p. 89

[2] Ibid. (la cursiva es nuestra)

[3] Freud, S. “Pegan a un niño”. op. cit. p. 199

Julio González

Julio González es Psicoanalista en Bilbao. Analista Miembro de la Escuela (AME) de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Coordinador adjunto Antena Clínica de Bilbao

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