“Me resitúo ahora en el terreno de la observación de casos clínicos. Durante mucho tiempo estudié a una enferma cuya neurosis había pasado por una insólita mudanza. Tras una vivencia traumática, empezó como una histeria de angustia pura y simple, y conservó este carácter por algunos años. Pero un buen día se mudó de pronto en una neurosis obsesiva de las más graves. Un caso así tenía que volverse sustantivo en más de un sentido. Por un lado, quizá pudiera reclamar el valor de un documento bilingüe y mostrar cómo un contenido idéntico es expresado por las dos neurosis en lenguas diferentes. Por otra parte, amenazaba contradecir toda nuestra teoría de la predisposición por inhibición del desarrollo, si uno no quería adoptar el supuesto de que una persona pudiera traer consigo más de un lugar endeble en su desarrollo libidinal. Me dije que no había ningún motivo para rechazar esta última posibilidad, pero la inteligencia del caso me tenía muy intrigado. Cuando ello sucedió en el curso del análisis, no pude menos que ver que la situación era muy diversa a como yo me la había representado. La neurosis obsesiva no era una ulterior reacción frente al mismo trauma, inicia! provocador de la histeria de angustia, sino frente a una segunda vivencia que había desvalorizado por completo a la primera. Vale decir, una excepción —es cierto que todavía discutible— a nuestra proposición que declara a la elección de neurosis independiente del vivenciar”.
Freud, S. (1913). La predisposición a la neurosis obsesiva. Contribución al problema de la elección de neurosis. Obras Completas. Vol.XII. Buenos Aires: Amorrortu Editores. P.339.
“Hasta contraer la enfermedad, la paciente había sido una esposa feliz, satisfecha casi plenamente. Su deseo de tener hijos respondía a motivos de una fijación de deseo infantil, y enfermó cuando supo que no podría dárselos el hombre a quien amaba con exclusividad. La histeria de angustia con la cual reaccionó a esa frustración correspondía, como pronto hubo de comprenderlo ella misma, al rechazo de unas fantasías de tentación por cuyo intermedio se abría paso el no abandonado deseo de tener un hijo. Lo hacía todo para no dejar entrever a su marido que ella había enfermado a consecuencia de la frustración por él determinada. Pero no sin buenas razones yo he sostenido que todo hombre posee en su inconciente propio un instrumento con el que es capaz de interpretar las exteriorizaciones de lo inconciente en otro; el marido comprendió, sin que mediara confesión ni declaración, qué significaba la angustia de su esposa, se mortificó por ello sin demostrarlo y a su vez reaccionó neuróticamente denegándose —por vez primera— al comercio conyugal. Enseguida de esto partió de viaje; la mujer lo creyó aquejado de impotencia permanente y produjo los primeros síntomas obsesivos la víspera de su esperado regreso”.
Freud, S. (1913). La predisposición a la neurosis obsesiva. Contribución al problema de la elección de neurosis. Obras Completas. Vol.XII. Buenos Aires: Amorrortu Editores. P.340.