Laurent, Eric (2007) Inconsistencia imperfecta: políticas de la angustia. El psicoanálisis nº11. La angustia. El afecto que no engaña. pp. 13-26
Este artículo es un extracto de la conferencia de Eric Laurent en las V Jornadas de la ELP, La angustia, el afecto que no engaña, celebradas en Málaga el 12 de noviembre de 2006. En él, el autor hace un recorrido que comienza en la diferenciación entre la concepción de la angustia que Lacan supo extraer de Freud y aquella de los afectos que el cognitivismo emocional y la IPA toman, para llegar a las políticas que la modernidad propone en la órbita de esta concepción y, frente a ésta, la propuesta desde la orientación lacaniana para los psicoanalistas.
Si bien los psicólogos contemporáneos proponen que las emociones permiten dar consistencia a los pensamientos, Lacan va más allá y toma la angustia como un instrumento epistemológico en el discurso psicoanalítico, una certeza más allá de la verdad, un afecto que nos abre las puertas a la dimensión de lo real. Nos conduce a esto poniendo en primer plano la función de la causa, eje fundamental en su obra.
Tras la caída de los apoyos especulares, con la del ideal desde donde uno se veía mirado, surge un punto de certeza en la función de la causa. Ahí ubica originariamente la angustia como causa. En otro nivel, la ubica en la dinámica del fantasma, donde señala el momento de falla al acercarse al goce, en el que uno no se reconoce en su imagen; es un momento en que se encuentra el goce del cuerpo propio articulado al Otro.
Desde la idea de El Seminario 10 de la función epistemológica de la angustia en relación a la causa, sitúa las discusiones en relación a la causa final girando alrededor del cuerpo y sus órganos: La crítica a la representación que considera que Picasso hace con su obra le lleva a la crítica que Lacan hace de la fenomenología, a la idea de que el cuerpo como tal podría asegurarnos la unidad de nuestra percepción (y olvidar la causa); la identificación al cuerpo, el sentimiento de este como pudiendo asegurarnos la certeza de nuestro conocimiento. Toma particularmente el intento por parte de Lacan de separar a Merleau-Ponty de sus adherencias a estas certezas.
La discusión entre Popper y Carnap, que Lacan toma en El Seminario 10 para observar cómo ahí tratan de eliminar la causa. Esta discusión tiene de fondo la separación de Hegel entre Sinn y Bedeutung, la despsicologización radical que supone la separación del pensamiento y el acto subjetivo de pensar. Del mismo modo que Hegel puede separar el pensamiento -la frase- y el sentido, Lacan puede separar la envoltura formal de síntoma -frase- y el goce. Dirá que la referencia al sentido gozado, al goce, abre la única política aceptable para nosotros, que se aborda por las huellas que se inscriben en el lugar del Otro, que es el cuerpo. Desde aquí, plantea la identificación al síntoma como “un atravesamiento de la pantalla egóica” proponiendo que “subjetivizar el síntoma es el revés de la identificación imaginaria”. Plantea la recuperación del objeto a a partir de algunos creadores (así como sus creaciones y a quienes van éstas dirigidas) y de ejemplos extraídos de los testimonios de los AES presentes en esas jornadas.
Termina el artículo sobre el fundamento de las políticas frente a la angustia: Frente a la causa que determina el deseo en su particularidad (esa función que se puede llamar libertad, señala), el discurso político contemporáneo nos llevaría a identificarnos con el cuerpo, con el reino de las imágenes, seducirnos por las certeza de que tendríamos una unidad a la que tendríamos acceso por el sentimiento. Política del sentimiento fundada en la política de los cuerpos, en la política de esta identificación. Además, señalará que lo que quieren los políticos es constituir un Otro consistente, con los dispositivos que permite la técnica, con protocolos universales, con la mencionada identificación. Frente a esto, propone un punto de vista opuesto, orientado a “mantener el Otro inconsistente”, lo que “permite al sujeto orientarse hacia su deseo, atravesando el momento de angustia que lo implica a nivel más íntimo”.
Pablo Cardona