Cita 14

“Hay delirios normales. Lo que Lacan denomina discursos establecidos, son los delirios normales. Todo lo que es ficción social puede ser calificado de delirio. Es el discurso de las Luces el que ha empujado a su término. Si es inimaginable ser persa, es también inimaginable ser francés en los tiempos de Luis XIV. Es tan delirante, tan poco fundado en la naturaleza de las cosas.

Es en esto que el psicoanálisis hace vacilar los semblantes. Hay un cierto número de instalaciones, de montajes, que están finalmente destinados, según Freud, a satisfacer el aparato psíquico. El aparato psíquico se satisface esencialmente por los síntomas, y el síntoma, puede muy bien ser social.

Lo que califica a estos psicóticos, es que están obligados a hacer esfuerzos completamente desmedidos para resolver los problemas que, para el normal o el neurótico, son resueltos por los discursos establecidos. Efectivamente, en algún momento, levantar los párpados, desplazarse, comienza a plantear problemas absolutamente gigantescos, mientras que el otro da brincos porque el discurso establecido le ha resuelto una montaña de problemas.

En cierto momento, para Schreber o para otros, el acto de cagar, de caminar, de mirar, todo esto anima un mundo de significaciones y de agitaciones demoníacas tal que se abandona a la catatonía durante un período de tiempo. Se deja ir hacia la catatonía, porque la presencia del mundo y del cuerpo devienen un problema insoluble. Hay pues formas establecidas que lo simplifican.

El delirio en sentido común, el delirio como patología, es el esfuerzo de invención de un idiota, es decir de Uno-todo-solo. Cuando se introduce entre varios, es muy difícil de convencer que es un delirio. Si tienen uno solo que cree ser el Hijo de Dios, que es crucificado por los pecados del mundo, y compañía, es un chiflado. Si ocurre que haya doce que lo crean, no hay ninguna razón para que la tierra entera no lo suponga. Y está en curso. Allí, el número tiene algo que ver en el asunto.

Al principio, el partido comunista chino, son ocho buenos-hombres en una habitación que complotan un poco. Inmediatamente comienzan a dividirse, están los desviacionistas. Al final llegan a ser un mundo. Esto comienza a tomar un poco de forma cuando llega Mao Tsé-Tung, se agranda, y después el Partido comunista chino tiene quinientos mil miembros, un millón de miembros, y toda la China es roja…y la China no es roja en absoluto.

¿Hay criterios intrínsecos que separen? No es seguro. Por otra parte, los chinos lo saben, tanto que han perseguido una pequeña secta china que debía tener quinientos mil miembros o algo así, en fin, nada. La persiguen con una gran ferocidad porque ellos saben bien que eso puede agrandarse.

Cuando es muy anciano en la Antigüedad, se saben pocas cosas sobre las sectas. Se sabe un poco más sobre Mahomet. Es el séptimo siglo de nuestra era, Mahomet. Vemos al muchacho que se aísla, escucha voces, voces sagradas, en una gruta. Llega, embarca un cierto número de gente con él, y esto deviene una de las grandes religiones de la humanidad, la segunda religión en Francia.

Hay tentativas más recientes. Pero en la edad de la ciencia, esto se vuelve más difícil, salvo que pongan la palabra científico. Tienen la Iglesia de cientología. Observen la resistencia que esto puede tener.

Estamos seguros que es un delirio cuando esto permanece en el Uno-todo-solo. Vemos la fácil comunicación que hay entre los grandes delirios y las grandes formas religiosas. De alguna manera son formas heréticas, pero se transvasan fácilmente.

Lo que es importante es: ¿Esto alcanza a hacer lazo social o no? A veces hay una contingencia allí dentro. Hay formas de delirio en las que se ve bien que no puede socializarse.”

Miller, J-A. (2007). La invención psicótica. Revista Virtualia. Revista digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana.

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